ESTAMOS ante un nuevo reto. La OMT acaba de anunciar la creación de una nueva vertiente de su organización con una red de conocimiento, cuya estrategia estará centrada en "apoyar a la propia organización y a sus Estados miembros en todos los ámbitos de la ciencia, tecnología, innovación y gestión del conocimiento, relacionados con operaciones turísticas, política turística y gobernanza turística, con miras a contribuir a la competitividad del sector y a los objetivos de desarrollo del milenio definidos por las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales".

Una excelente iniciativa que será presentada por el propio secretario general de la organización, Mr. Taleb Rifai, el próximo día 19 de enero en Madrid, como preludio de la intervención de la propia OMT en los actos de la FITUR.

Según la información difundida desde la propia organización, los objetivos de la Red de Conocimiento de la OMT serán "crear una comunidad de conocimiento en cuestiones relacionadas con el turismo para contribuir a la competitividad, la sostenibilidad, el desarrollo y la gobernanza del mismo; crear un repositorio de recomendaciones, mejores prácticas y normas para constituir un códex turismus, con amplias aplicaciones para las operaciones, la política turística y la gobernanza en el turismo y campos afines; participar proactivamente en la creación, la difusión y aplicación de conocimientos relacionados con el turismo, bien en el Programa de Trabajo de la OMT o en proyectos iniciados y financiados por otras instituciones u organizaciones".

La oportunidad de esta nueva iniciativa de la OMT no parece ofrecer duda alguna, ante el panorama mundial que presenta la actividad turística y el imparable desarrollo del mismo, donde el conocimiento aparece como la fórmula fundamental para poder navegar por esas aguas con ciertas garantías y la suficiente capacidad para hacer rentables las empresas, entendiéndose por empresa desde un modesto hotel o una pequeña agencia de viajes, hasta la poderosa acción del gobierno de una nación, que ante la vorágine que ocasiona la trepidante marcha del desarrollo del turismo mundial está en manos de quienes adolecen de los conocimientos necesarios para llevar al éxito a sus empresas.

Se precipita imparablemente la actividad del turismo en el mundo y todas las previsiones hacen pensar en un considerable aumento de las cifras de viajeros, los cuales, no hay que olvidar, reparten riquezas por el mundo erradicando la pobreza en las más deprimidas zonas, en las cuales hacen una falta imprescindible los conocimientos necesarios para que esa riqueza quede repartida equitativamente entre todos los componentes de su comunidad.

La era del conocimiento tiene que ser la que impulse definitivamente regiones del mundo sumergidas en la pobreza, pero con unas impresionantes cantidades de recursos para ofrecer al mundo del viajero turístico que ha pasado a diversificar sus apetencias, incluyendo en su abanico de intereses conocer de cerca y en vivo la cultura de los más remotos lugares del planeta.

La aplicación de toda la larga serie de recomendaciones que la OMT puede llegar a hacer a través de la nueva red de conocimiento va a ser un elemento eficaz para reeditar modelos exitosos que más tarde se han visto deteriorados o penosamente abandonados por falta precisamente de una orientación eficaz y unas fórmulas efectivas que nada tengan que ver con la especulación de capitales ni intereses políticos.

Estamos ante una nueva solución para aquellos destinos obsoletos que se resisten a reciclarse por falta de los conocimientos necesarios en sus dirigentes para hacerlo. La OMT ensambla, una vez más, una estrategia que está por encima de todo lo que puedan llamarse intereses políticos. Su trayectoria a través de la historia más que ha demostrado cuál es la concepción que tiene del movimiento turístico en el mundo, como hemos podido conocer desde las aulas del célebre CIEST, en Turín, hasta los múltiples encuentros, seminarios y reuniones a las que hemos asistido desde hace más de cuarenta años y donde, persistentemente, hemos notado la ausencia de personajes que deberían haber estado sentados en la primera fila de estos actos y que, por fortuna, han ido desapareciendo paulatinamente del panorama del mundo del turismo, tan castigado por oportunistas y "encantadores de serpientes" que solo buscan su beneficio personal sin importarles para nada la extraordinaria importancia que el movimiento turístico conlleva para la institución permanente de la paz mundial.

Largas jornadas pasamos durante tres años junto a los más altos dirigentes de la Universidad para la Paz, de las Naciones Unidas, allá, en sus recordadas instalaciones en Costa Rica, ejemplos para el desarrollo sostenible. Francisco Barahona, Felipe Matos, Gerardo Budowsky, Marie Laure Luminier y varios expertos más fueron artífices e impulsores de la idea de crear unos estudios que relacionasen íntimamente el movimiento turístico con la paz, todos imbuidos en la idea de que el desarrollo del turismo traería la paz al mundo, como así lo reconocimos en la maestría en estudios sobre turismo que allí elaboramos como fruto de estos señalados contactos y que hoy se imparte en Canarias desde hace más de diez años.

La red de conocimiento de la OMT es una esperanza más para los que sabemos que la empresa del turismo llevará el aumento de su calidad de vida a los más humildes lugares del mundo. Reforzará a las instituciones que trabajan por lograr este objetivo, abrirá todo un nuevo panorama para aquellos que de verdad quieran instruirse en el campo de la actividad turística siguiendo, claro está, las recomendaciones nacidas del profundo estudio del Plan Bolonia, algo que, aunque a algunos les parezca no tener ninguna relación, sabemos por experiencia propia que está más que íntimamente relacionado.