La producción canaria de cigarrillos ha pasado de 978 millones de cajetillas en 2000 a 386 millones ocho años después, según los datos de la Asociación Canaria de Industriales Tabaqueros (ACIT). El retroceso se concentra en los envíos al resto del territorio nacional (pasan de 514 millones de cajetillas a 81) y otros países (de 228 a 13), dado que, al amparo del Arbitrio a la Importación y Entrega de Mercancías (AIEM), el mercado interior ha crecido desde 2002 en 42 millones.

La renovación de este impuesto, que "caduca" el 31 de diciembre del año próximo, y la revisión del marco fiscal que hace atractivo y rentable producir en el Archipiélago dejan en el aire el futuro de un subsector de capital importancia en el pasado económico y social de Canarias.

Como expone el grupo de trabajo dirigido por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna (ULL) José Luis Rivero en el Plan Estratégico del "cluster" Agrupatabaco, esa caída de la oferta total se debe al incremento de la fiscalidad y de los precios, la aplicación "discriminatoria" de directivas de la Unión Europea (UE), las campañas contra el consumo y la reducción drástica de las producciones para la Península y Baleares.

El efecto del AIEM "ha sido quizás la única buena noticia para la actividad" desde que entró en vigor, pues ha supuesto, se argumenta en el citado plan, la sustitución de importaciones por producción interna, y entronca con una tradición de fiscalidad diferenciada que hizo de ésta una industria floreciente en las Islas.

Desde la integración de España en el mercado común europeo, la aplicación de las políticas comunitarias en Canarias "ha tenido un impacto muy negativo para la producción tabaquera", afirman en Agrupatabaco, la asociación que aúna a algunas de las principales empresas isleñas del subsector.

A partir de 1986, las exportaciones de tabacos manufacturados en las Islas al territorio comunitario se ha sometido a rígidos contingentes arancelarios que han acabado con la tradicional libertad de acceso al mercado español, desarrollada de la mano de la legislación de puertos francos.

Además, la entrada plena del Archipiélago en la Comunidad Económica Europea en 1991 supuso la desaparición de las figuras tributarias -arbitrios insulares- que habían favorecido la creación de un mercado tabaquero que se surtía de labores producidas de manera casi exclusiva en fábricas locales gracias a los altos gravámenes a la importación.

"La industria tabaquera de Canarias ha sido tradicionalmente un sector netamente exportador gracias al régimen de libre acceso de nuestras labores al mercado del monopolio español (Tabacalera), mientras nuestra competencia debía satisfacer altos aranceles del 52% para cigarros y del 90% para cigarrillos", expone el director general de ACIT, Andrés Arnaldos.

El mercado común agitó esos pilares y provocó, rememora Arnaldos, sucesivos cierres de las fábricas de las multinacionales tabaqueras instaladas en Canarias, a las que les interesaba más suministrar a la Península desde el continente. La dimensión hasta entonces de esas producciones se constata con el dato de los 1.037 millones de cajetillas que se enviaron al mercado nacional en 1992.

"Aquí estaban todas las multinacionales: Reynolds, que es hoy JTI, estaba en La Palma, Philip Morris en Tenerife y British American Tobacco (BAT) en Gran Canaria", resalta el secretario en la provincia tinerfeña de la Federación Agroalimentaria de CCOO, Juan Plasencia. Argumenta que el Archipiélago, que era atractivo por la Ley de Puertos Francos, se convirtió en la plataforma desde la que penetraron esas compañías en el mercado peninsular regido por el monopolio de Tabacalera.

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"Pudieron hacerlo a cambio de dar el 50% de cada empresa a Tabacalera, pero a raíz de la irrupción del mercado único, todas rompen con Tabacalera y se van de aquí. Es entonces -añade el histórico líder sindicalista del subsector- cuando se activa el nuevo marco fiscal con el AIEM".

El arbitrio establece un tipo impositivo del 25% para las labores de tabaco y un mínimo de seis euros por cada 1.000 cigarrillos. Así se protege a esta industria de los sobrecostes de producir en Canarias. Gracias a este nuevo tributo, las más importantes compañías tabaqueras han vuelto a Canarias, con el consecuente incremento productivo antes citado.

Hoy quedan en el Archipiélago tres fabricantes de cigarrillos: JTI Canarias, Tabsa y Dos Santos. La historia reciente de la primera se resume así: en 2006, Gallaher adquirió CITA y Tacisa; en abril de 2007, el grupo nipón JTI compró Gallaher mediante una OPA y hace un año fusionó ambos centros de trabajo tinerfeños.

JTI-Canarias fabrica marcas propias -las canarias de CITA y las de la matriz japonesa- y para Imperial Tobacco, Philip Morris y Altadis; Tabsa produce las firmas de BAT, y Dos Santos enseñas propias y bajo licencia.

El subsector -incluidos los puros- aporta medio punto porcentual al Producto Interior Bruto (PIB) autonómico y supone el 12,8% del industrial si se excluye la rama energética. El valor de la producción en 2009 fue de 250 millones de euros, a lo que hay que sumar otros 162 millones en compras a otros sectores. Sostiene casi 1.900 puestos de trabajo directos, una cantidad que palidece frente a los alrededor de 15.000 que mantuvo años atrás, apunta Plasencia.

De los datos expuestos, Arnaldos saca una clara conclusión: la industria tabaquera canaria ha pasado de ser un sector exportador a depender básicamente del mercado local. Por ello, la introducción de los impuestos especiales sobre el tabaco en Canarias, como el que ultima el Gobierno autónomo, "adquiere una importancia singular para el mantenimiento de toda esta estructura industrial".

El también gerente de Agrupatabaco incide especialmente en que en este nuevo escenario fiscal "las marcas locales, de precio bajo, juegan un papel absolutamente estratégico y determinante, pues de ellas depende toda la trama industrial del tabaco en Canarias".

José Luis Rivero hace hincapié en que esta industria "funciona porque hay un elemento protector importante que hace que a las grandes empresas internacionales les interese producir aquí. El mercado canario está prácticamente cerrado a la producción interna y, luego, se abren determinadas posibilidades de exportación, a las que, teóricamente, nunca se ha renunciado. Eso sí, es muy difícil introducir nuevas marcas porque no se hace publicidad y porque la fiscalidad europea castiga más al cigarrillo negro que al rubio".

El experto, además, no cierra la puerta a que las multinacionales desvíen parte de su producción con vistas al mercado europeo y africano gracias a los altos márgenes que ofrece Canarias.

El gerente de Agrupatabaco atisba un panorama "complicado", aunque confía en que las singularidades de la industria tabaquera en Canarias permitan seguir "aprovechando oportunidades. Hay una posibilidad de, aprovechando el cambio de modelo fiscal, potenciar la venta a turistas, que significa en torno al 50% del negocio".

Plasencia, por su parte, se muestra "optimista" respecto al futuro, pero destaca que "hay que conseguir el AIEM como mínimo hasta 2020 para que las empresas hagan inversiones. Y hay que negociar el marco fiscal teniendo clarísimo que éste debe ser para el mantenimiento y la creación de empleo".