LA ORGANIZACIÓN Mundial del Turismo ha celebrado su V Conferencia Internacional sobre la Gestión de Destinos en la ciudad de Hangzhou (China), la cual versó, principalmente, sobre la actual desaceleración de la economía mundial y el reto que enfrenta, ante esta situación, el desarrollo del turismo en los distintos destinos mundiales, llámense emergentes o maduros.

Según el portavoz de la citada organización, subsecretario general de la citada OMT, Geoffrey Lipman, la dinámica del sector turístico cambia continuamente surgiendo nuevos retos, lo que obliga a tomar medidas efectivas y consensuadas para poder operar en el sector con la debida responsabilidad, conocimientos y eficacia, ante la pérdida de confianza que ha generado en los consumidores la citada grave crisis económica mundial.

La amplia representación, con más de trescientos participantes de treinta y cinco países, estaba compuesta por personeros gubernamentales, autoridades regionales, locales, empresarios y profesionales relacionados con el sector, los cuales trataron sobre las más variadas medidas específicas y acciones políticas adoptadas en muchos destinos turísticos, así como de sus resultados, haciendo un profundo análisis de los temas.

Con la clarividencia con que la OMT nos tiene acostumbrados, se incidió en la necesidad de la cooperación político-empresarial "para que los destinos turísticos puedan evitar las peores consecuencias de la recesión económica, mientras que la innovación se convierte en herramienta clave para mantener la competitividad, incrementar la sostenibilidad y atraer a nuevos segmentos de consumidores en el futuro".

Parece, entonces, oportuno matizar en este aspecto el tema de la innovación, alertando sobre la necesidad de que el emprendimiento se haga con la responsabilidad y los conocimientos necesarios para que sus resultados entren en el campo de lo positivo. Innovar simplemente por cambiar la imagen no sólo no sirve para nada, sino que puede significar el más rotundo de los fracasos. Los múltiples ejemplos que podemos poner sobre este delicado tema son temas de estudio e investigación en los que estamos comprometidos trabajando desde hace muchos años, incluso dentro de la misma Organización Mundial del Turismo.

El tema de la sostenibilidad es también otra de las cuestiones fundamentales a la hora de analizar y programar el futuro del turismo en los distintos destinos.

Sin entrar en muchos detalles en algo que venimos tratando desde hace varios años, dejemos sentado lo que dice en su presentación la "Carta Europea del Turismo Sostenible", que inscribe los conceptos adoptados mundialmente, expresados en las recomendaciones de la Agenda 21, tomados en la Cumbre de La Tierra -Río de Janeiro, 1992- cumpliendo, además, los principios enunciados en la Carta Mundial del Turismo Sostenible, elaborada en Lanzarote en 1995.

El concepto de "desarrollo sostenible" se encuadra como "un desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones actuales, sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras. Este desarrollo implica la conservación de los recursos para las generaciones futuras, un desarrollo económico viable, y un desarrollo social equitativo".

Nuestra constante lucha con el Código Ético Mundial para el turismo, de la OMT, nos ha llevado a criticar sistemáticamente la falta de sensibilidad histórica-cultural en muchos lugares del mundo donde estos principios adoptados en las bases que reseñamos son auténticamente pisoteados de forma in misericorde y sin ninguna contemplación, en la mayoría de los casos por ignorancia, y en otros tantos por el siempre presente mal del capitalismo.

A cuento viene todo el largo comentario anterior ante el llamamiento de la Organización Mundial del Turismo, en el Día Mundial del Turismo -27 de septiembre- que celebró esta actividad bajo el lema de "El turismo, consagración de la diversidad".

"En esta ocasión, el Día Mundial del Turismo celebra su 30º aniversario aprovechando la oportunidad para hacer hincapié en la riqueza de la diversidad cultural y natural del planeta y en el papel del turismo sostenible para preservar dicha diversidad, la cual, durante mucho tiempo, ha sido el motor de la industria turística, y a su vez se ha convertido en el factor fundamental para el desarrollo socioeconómico de los pueblos, la reducción de la pobreza y el entendimiento internacional".

Parece entonces oportuno que sigamos insistiendo, no sólo en esos valores indiscutibles del desarrollo turístico, sino también en la urgente necesidad de conservar al máximo esa diversidad que nos caracteriza y que son nuestras propias "señas de identidad", desde todos los ángulos que se quieran mirar.

No es de recibo que se maltrate el paisaje, llámese urbano o rural, que se supriman logos y enseñas que son los símbolos que han prestigiado países, ciudades, pueblos, empresas?, que se derriben estatuas, se cambien nombres de las calles, se intente, incluso, adecuar el lenguaje a rimas y sonidos ajenos a la riqueza cultural de sus habitantes? Tantas y tantas cosas que nos cansaríamos de enumerar y las que esa Agenda 21, o los más variados documentos mundiales que existen para decirnos el porqué debemos preservar de nuestra propia diversidad, se estrellan ante la ignorancia de quienes tienen el poder de decidir sobre tan delicada cuestión como es el "desarrollo sostenible", o "la consagración de la diversidad".

Increíblemente, vemos día a día en el mundo cómo se destruyen las más importantes señas de identidad de los pueblos. Ahora -como está de moda- se dice que se trata de innovar ¿?

La "era del conocimiento", que dicen es en la que estamos, para algunos podía cambiársele por "la era del disparate". Lo malo es que después no tendremos remedio. Lo estamos viviendo.

* Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo