El enclave pionero del sector turístico en Canarias mantiene su condición de locomotora del desarrollo y el progreso del Norte de Tenerife, al tiempo que redefine y adapta su modelo de oferta de ocio a los nuevos tiempos, marcados por el auge de las tecnologías de la sociedad de la información, y nuevos gustos y tendencias en el mercado en los ámbitos nacional e internacional.

El visitante actual del Puerto de la Cruz busca menos sol y playa, pero precisa de atracciones novedosas, habida cuenta de que Tenerife dispone de tres zonas complementarias, Norte, Sur y área metropolitana, y pretende temperaturas más suaves y agradables. Persigue identidad y personalidad en el destino turístico y el municipio conserva su infraestructura.

La planta hotelera puede responder a diversos tipos de turismo: familiar, joven e interinsular, como se plantea en las campañas de promoción institucionales y privadas. En este sentido, la alcaldesa del Puerto de la Cruz, Lola Padrón, sostiene que la ciudad necesita movimiento, de ahí que se plantee como lema "El Puerto de la Cruz en movimiento", porque los touroperadores y hoteleros reclaman mucha más actividad en las calles.

"Cualquier cosa que pueda parecer un gasto superfluo -explica- en cualquier otro municipio de la Isla, para nosotros es una aportación promocional. Cito, como ejemplo, que no se entendería que Santa Cruz de Tenerife o el Puerto de la Cruz prescindieran de sus carnavales, cuando hay un turismo, como el alemán y el peninsular, que vienen específicamente a disfrutar de esta fiesta. Reducir el gasto en este capítulo sería contraproducente", advierte.

Desde el punto de vista histórico, el muelle del Puerto de la Cruz fue un instrumento para el intercambio de mercancías desde donde salía el tráfico hacia Europa de los vinos malvasía de Tenerife, y desde siempre mantuvo una impronta cultural cosmopolita, puesto que fue el lugar por donde entró la Ilustración en la Isla, como lo prueban Betancourt e Iriarte.

Lola Padrón indica que se puede hablar de un turismo de ambiente, con sello cultural, que procure encontrar el buen clima y parajes naturales exóticos, pero también de personajes relevantes que honraron la ciudad con su presencia y sabiduría, como Alexander von Humbold y Agatha Christie.

Valores e identidad

Pero es con el desarrollo de los años sesenta cuando el Puerto de la Cruz adquiere un protagonismo inusitado como motor del progreso del Norte de Tenerife, propiciado, asimismo, con el aeropuerto de Los Rodeos. Sobrevienen las épocas de un turismo de masas y la instalación de cadenas hoteleras y touroperadores peninsulares. El hotel Taoro atraía un turismo de gran calidad, según subraya la alcaldesa, en consonancia con la opinión extendida de los expertos e historiadores.

La evolución del turismo en el Puerto de la Cruz plantea la necesidad de cualificar la oferta de ocio y sus infraestructuras, con vistas a mantener sus valores e identidad, sin perder de vista su carácter de destino dinámico y moderno apto para el descanso y la diversión. Es decir, que el sosiego no implique aburrimiento.

La redefinición del modelo turístico pasa por la cualificación del producto vinculado a la salud, el clima, la cultura y el patrimonio y, sobre todo, la seguridad.

La ciudad ha alternado épocas doradas y grises, como apunta la mandataria local, y recuerda el momento en que al artista Eduardo Westerdahl se les cierran las puertas para colocar todos los fondos de arte que tenía en la calle Agustín de Betancourt.

En aquella época dorada del turismo de masas no se entendió que la cultura podía ser un atractivo para los visitantes y que en la actualidad constituye uno de sus activos esenciales puesto de manifiesto en el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (Macew). La realidad ha demostrado que el municipio dispone de una oferta diferenciada sólida.