El inminente 2019 parece alumbrar expectativas de cambio en el Tenerife. En el plano deportivo, con la reforma de la plantilla; en el estructural, con la implantación de los métodos del nuevo director deportivo, Víctor Moreno, cuyo modelo de club convenció plenamente a Miguel Concepción, y en el de infraestructuras, con la ansiada obra de mejora de la Ciudad Deportiva Javier Pérez.

El club vive en un plano real preocupante, por la marcha deportiva del primer equipo, cerca del descenso y con pocos avances puntuativos desde que se produjo el cambio de entrenador. Pero, al mismo tiempo, emprende el nuevo año con expectativas ilusionantes. La Ciudad Deportiva, que en el plazo de tres años debería estar terminada, es una invitación a la política de formación de jugadores. De esos campos, huérfanos hasta ahora de las mínimas estructuras de confort, salieron, como ejemplo, los dos jugadores que han constituido los traspasos más altos de la historia de la entidad. Ayoze Pérez (cerca de 2 millones de euros) y Nano (3.250.000) enjugaron el diez por ciento de la mayor cota de la deuda histórica del club, que llegó al alcanzar 50 millones en rojo.

El Tenerife está "condenado" a captar, formar, promocionar y vender jugadores. No es un club con rango de comprador. En la Ciudad Deportiva tiene una fábrica de futbolistas, que en unos años debe estar a la altura de las mejores. En la figura del nuevo director deportivo -según dijo Concepción hace unos días-, parece haber encontrado al ejecutor de un método de trabajo de vanguardia para aprovechar una cantera que no es peor que ninguna. Si se juntan los recursos con la materia prima, tienen que llegar los resultados. Esa debería ser la idea.

Y en el cortísimo plazo, la tarea es arreglar la temporada con la reforma del plantel. En la puerta de salida ya están Aveldaño, Tyronne, Héctor, Acosta y Chilunda.