El derbi se presenta como una magnífica oportunidad para redimirse. Tanto UD Las Palmas como CD Tenerife viven trayectorias decepcionantes superado el primer tercio del Campeonato de Liga. Lejos del ascenso directo los amarillos y del "playoff" los blanquiazules, urge en ambas orillas una reacción que permita a sus aficionados huir de la depresión que les afecta en estos primeros meses de campaña.

Y nada mejor para empezar a reaccionar que ganar un derbi. Aparte del objetivo global -el regreso a Primera en ambos casos- hay otro a corto plazo: ganar al eterno rival. Tres años sin el clásico del fútbol canario son demasiados y dan para duplicar las ganas de superar al de enfrente. Si añadimos a eso la necesidad que arrastran por su mala dinámica, el partido de este domingo aparece como la perfecta terapia de choque para olvidar las penas y recibir un empujón hacia arriba con los tres puntos y la confianza que estos otorgan.

Para lograrlos, el Tenerife se puede agarrar a su mejor nivel de juego en las últimas jornadas. La convincente puesta en escena de El Molinón, pese a la derrota final, y la buena cara del Heliodoro aparecen como aval ante una UD Las Palmas que no compite como debería desde el cambio de entrenador y que está sumida en una crisis de identidad que amenaza con arruinar sus opciones de lograr el ascenso directo.

Es el día para dar ese paso adelante tan reclamado, para que las ocasiones que sí genera el equipo de Oltra acaben en gol, para que la tan reclamada intensidad no desaparezca ni un segundo durante el partido y para que Alfaro tenga un digno sucesor como héroe del último triunfo en Siete Palmas. Y después de ocho meses sin hacerlo, alguna vez ganará fuera el Tenerife. Digo yo.