Un mal inicio y un peor final. El Tenerife recibió un golpe duro ayer en Mallorca, justo cuando pretendía afirmar sus progresos como equipo. El resultado, que aún pudo ser más contundente, socava los cimientos de la nueva idea instaurada por José Luis Oltra. La goleada no fue casual, aunque cueste resistirse a un análisis de culpabilidades individuales, que las hubo. El fracaso de ayer es colectivo, de un equipo que no va, ni con cinco defensas ni con cuatro delanteros.

Enfrente, como si fuera un espejo que retratase sus carencias, el Tenerife encontró un equipo hecho, trabajado, con una base consolidada, con un funcionamiento. El Mallorca no es más en el peso individual de su plantilla, pero sí lleva leguas de ventaja como conjunto. Sabe desplegar con el balón, está ajustado defensivamente para defender de cara con solvencia, aguanta el balón y mide los tiempos para manejar el partido. Si toma ventaja es difícil desmontarlo. Tal cual: a los 4 minutos se adelantaron los baleares, con un gol muy evitable. Tras un córner, Salva Ruiz recogió el balón en el lado contrario, fue encimado por Suso, que lo abandonó pidiendo fuera de banda. El lateral se giró, hizo una diagonal hacia el medio y cruzó un pase a la espalda de Héctor, que perdió la vigilancia de Aridai. El grancanario fusiló a Dani. O sea, un solo jugador saliendo su posición (Salva Ruiz), rompió la línea de cinco defensas con un simple pase, a placer. El concepto de que con más defensas se protege mejor un equipo se cae en acciones como esta, cuando nadie defiende el balón...

Al Tenerife, flojo, tibio, como extrañamente confiado, se le vino abajo todo el espíritu positivo construido durante la semana. Su despliegue futbolístico fue nulo. Salvo un cabezazo de Naranjo (17''), haciendo uso de su mayor estatura, que desvió Reina en buena estirada, el equipo no generó nada. Al contrario, estaba incómodo en el campo, empezando por su descompensación: el Mallorca jugó con un solo punta por dentro, Abdón, y el Tenerife libraba a dos de sus tres centrales, que, con la pelota, estaban fuera del guion. La cosa solo podía ir a peor, porque el costado defensivo izquierdo no ganaba una sola batalla. Por ahí llegó el 1-0 y por ahí se generó el 2-0, que llegó con un cabezazo de Lago Junior en el área, en una acción que evidenció la falta de contundencia defensiva en franca superioridad numérica en el área.

La posesión de balón fue plana, previsible, lenta entonces, sin profundidad ni remate, con bandas poco dotadas para combinar y Suso y Naranjo ahogados por dentro. En fin, fuera del partido.

Tras el descanso, con el mismo dibujo e idénticos protagonistas, hubo una activación, todos subieron su intensidad, trataron de subir líneas, de ganar disputas por anticipación, hasta llegar a forzar un repliegue local. Lo intentaron Suso (50''), Malbasic (52'') y Alberto, que forzó un córner del que salió el autogol de Salva Ruiz (56''), en una mala respuesta contra el efecto envenenado que le dio Luis Milla en su lanzamiento cerradísimo al primer palo.

El 2-1 y la esperanza de cambio en el curso de las cosas duraron 4 minutos. Una salida a la contra local, conducida por Aridai Cabrera, que se fue como quiso, profundo, y puso el balón dividido en el área para el remate de calidad, con la izquierda, de Abdón, superando a Dani. El gol devolvió el partido a la situación anterior. Fue un golpe definitivo. Oltra trató de volcar a su equipo al ataque: metió a Montañés por Aveldaño, para cerrar con cuatro y hacer más ancho el ataque. Todo fue un querer y no poder.

Vicente Moreno entendió la situación, quitó a Abdón (que es más de juego colectivo) y puso a un futbolista más fresco y de zancada, como Álex López. Como contraste a la coherencia de esa apuesta, Oltra tiró de Chilunda y sentó a Naranjo. El Tenerife se diluyó y, algo que es aún peor, su proceso de reconstrucción como equipo quedó en evidencia ante el funcionamiento de los baleares, que redujeron distancias entre líneas, tuvieron siempre el balón, lo movieron generando superioridad en todas la zonas y encontraron, casi sin buscarlo, el 4-1. Un pase largo a Álex que hizo uso de su frescura y definió ante la salida de Dani.

La diferencia entre un equipo hecho y otro por hacer.

Real Mallorca: Reina (1); Fran Gámez (1), Raillo (2), Valjent (2), Salva Ruiz (1); Aridai (2), Pedraza (2), Salva Sevilla (2), Lago Junior (1), Dani Rodríguez (1); Abdón Prats (2). En el minuto 59, Ferran Giner (s.c.) entró por Aridai; en el 74'', Álex López (1) sustituyó a Abdón Prats; y en el 83'', Baba (s.c) por Dani Rodríguez.

CD Tenerife: Dani Hernández; Jorge Sáenz, Alberto, Aveldaño; Cámara, Bryan Acosta, Luis Milla, Héctor; Suso Santana, Naranjo; Malbasic. En el minuto 59, Paco Montañés entró por Aveldaño; en el 74'', Chilunda sustituyó a Naranjo; en el 82, Luis Pérez relevó a Raúl Cámara.

Árbitro: Daniel Ocón Arraiz (riojano). (1). Estuvo acertado en la señalización de las faltas. No hubo jugadas polémicas en las áreas, ni tuvo la necesidad de mostrar tarjetas.

Goles: 1-0, m. 4: Aridai fusila a Dani tras recibir un pase interior de Salva Ruiz; 2-0, m. 28: Lago Junior, de cabeza tras un servicio de Aridai; 2-1, m. 50: Salva Ruiz desvía a propia puerta en el primer palo un córner que cerró Luis Milla; 3-1: m. 55: Abdón Prats culmina un contragolpe de Aridai; 4-1, m. 80: Álex López eleva sobre la salida de Dani tras una contra.

Incidencias: Partido de la octava jornada de la Liga 1 2 3, disputado en el estadio Son Moix ante 7.323 espectadores. Tarde agradable y terreno de juego en buenas condiciones, que se fue levantando con el paso de los minutos. Los dos equipos lucieron su indumentaria oficial.