La Liga Endesa 2018/2019 comenzaba para el Iberostar Tenerife con uno de los rivales más duros, no solo en España; sino en toda Europa, el Real Madrid. Se inició la era post Doncic, pero con un equipo bien reforzado con jugadores como Deck y Prepelic. Por su parte, los canarios llegaron a Madrid con ganas de medirse al campeón y saber así hasta qué punto pueden llegar a ser competitivos esta temporada.

El primero en empezar a destacar en el partido fue Anthony Randolph, con muñeca ligera y muy suelto en el tiro exterior. No solo eso, sino que, además, empezó a mostrar una buena visión de juego, facilitando buenas situaciones de tiro a sus compañeros. Algo que al Iberostar Tenerife le costó mucho más encontrar, viéndose obligado a situaciones de tiro forzadas, sobre todo, por una buena gestión defensiva blanca.

Eso provocó que los locales con tan sólo seis minutos de partido ya tuvieran una ventaja en el luminoso de diez puntos. Aun así, los de negro no quisieron perder la cara al partido, y con los puntos de Sebas Saiz, Nico Brussino y Lucca Staiger, este último era duda durante toda la semana, consiguieron recortar distancias hasta estar cuatro abajo.

Pero el Real Madrid sigue siendo un rodillo, y si perdonas bajo el aro, como hicieron los canarios en varias ocasiones, los blancos te matan. Anotan una detrás de otra y si no sigues ese ritmo, difícil por otro lado, se pone todo cuesta arriba. El segundo cuarto comenzó con el 23-14 en el marcador, y con la sensación de que el aro defendido por el Iberostar Tenerife era más grande y antojadizo que el del otro lado de la pista. Y el problema no era ese, sino la férrea defensa de los blancos, que los de Vidorreta no supieron exactamente como franquear.

Eso, unido al acierto a canasta del Real Madrid, sobre todo, por parte de Randolph, hizo que los aurinegros se fueran alejando poco a poco de sus aspiraciones a poder llevarse el encuentro. Vidorreta paró el partido con un tiempo muerto a falta de cuatro minutos para el descanso, tratando de recolocar a su equipo y poder mantener opciones en la segunda mitad. Y funcionó, porque los canarios se marcharon al descanso solamente cinco puntos abajo (40-35).

En el segundo tiempo, el Real Madrid comenzó dubitativo y algo más fallón que de costumbre, pero esos minutos no los supo aprovechar el cuadro insular para igualar el marcador, y los blancos, antes o después, siempre encuentran el camino hacia la canasta. Da igual que sea con contras rápidas, con juego combinado, con tiro exterior o sobre la pintura, pero el conjunto madrileño siempre acaba sumando.

En esta situación, para los tinerfeños siempre era un quiero y no puedo, te tengo, pero te escapas, y aunque nunca bajaron los brazos no terminaban de meterse en el partido. También la falta de ritmo competitivo al inicio de temporada y encontrarte ante un Madrid siempre resolutivo, no puso las cosas fáciles.

Faltaba intensidad, y solo Brussino, Beirán y Staiger ponían ese puntito extra para poder mantener a su equipo en esa distancia de cinco abajo, con la esperanza de acabar remontando el partido. El desacierto blanco continuó durante todo el tercer cuarto, sin frescura de ideas, lo que con una buena defensa de los de Vidorreta mantuvo viva la llama. Un partido en el que la anotación del Real Madrid no se va muy alta, siempre es sinónimo de tener opciones, y eso fue gracias al trabajo defensivo de los canarios. Sin embargo, y por enésima vez, el estandarte blanco, Sergio Llull, se puso los galones y tiró de su equipo para marcharse otra vez en el marcador antes de que finalizara el tercer cuarto.

Y hasta ahí llego el Iberostar. En el último, se quedó sin fuelle y la apisonadora blanca volvió a la senda de la anotación. La falta de ritmo y algunos errores en momentos determinantes lo condenaron.