Expresar lo que una siente cuando el Mundial femenino se celebra en tu tierra, donde naciste y creciste, es algo indescriptible. Ver a las mejores selecciones del mundo jugar donde yo lo he hecho tantas veces, hace que me emocione y me de envidia de no ser yo la que salte al parquet para darlo todo.

Aún así, me siento muy afortunada por poder disfrutar de este Mundial como nunca antes lo había hecho, rodeada de mi familia y amigos. Es algo que quedará grabado en todos los aficionados del baloncesto en Canarias para siempre.

Cada vez que las jugadoras salen a la pista y el público las ovaciona, me fijo sobre todo en las expresiones que ponen al ver a toda la gente que las está apoyando, ya que estoy segura de que, tanto las más veteranas, como Laia Palau, hasta las más nuevas, como Queralt Casas, todas acaban de experimentar por primera vez esa sensación de estar tan arropadas por su gente: ¡El Mundial se juega en casa! Les aseguro que verle las caras y lo impresionadas que se quedan, hace que la sonrisa me llegue de oreja a oreja. Que haya "bofetadas" por sacarse una foto con ellas me llena de orgullo,

Por supuesto, debemos tener claro que en esta selección no hay solo 12 jugadoras, también debemos incluir a Leonor Rodríguez, María Conde, Tamara Abalde y María Araujo; ellas han estado ahí, al pie del cañón, dejándose la piel durante los torneos preparatorios, ayudando a que la selección esté lista para afrontar este gran evento.

Doy las gracias a la Federación Canaria y Española de Baloncesto por acordarse de todas nosotras, las exjugadoras canarias de la selección, organizando eventos y homenajes que nos han dado la oportunidad de vivir esta experiencia en primera persona. Han conseguido dar un gran protagonismo a generaciones pasadas y presentes del baloncesto femenino.

Sin duda, el balance de la celebración del Mundial en Tenerife es muy positivo, ya que creo que nuestra tierra es un gran referente baloncestístico a nivel nacional, y espero que lo siga siendo durante mucho tiempo.