Hablaban de gorros, anoraks, vodka para entrar en calor y osos por las calles. Pero el Mundial de Rusia no deja frío a nadie. Con honrosas excepciones, las temperaturas en muchos estadios rondan los 30 grados y el calor es sofocante.

"El calor era insoportable", dijo Óscar Tabárez, seleccionador uruguayo, tras el partido ante Arabia Saudí disputado el miércoles en Rostov.

Conocida como el horno de Rusia, Rostov alcanza los 40 grados todos los veranos, aunque desde que arrancó el Mundial la máxima han sido 35 grados.

El calor es seco, pero los aficionados uruguayos y mexicanos no dejaban de quejarse y aprovecharon las fuentes urbanas para refrescarse y en algunos casos para darse un chapuzón, ante la permisiva mirada de las patrullas cosacas.

"En Uruguay ahora estamos en invierno", comentó un sonriente Rafael, oriundo de Montevideo, que entró en un restaurante calado hasta los huesos.

La ciudad es cruzada por el Don, pero este caudaloso río es navegable para buques de gran calado con destino al mar de Azov y no es recomendable para el baño.

Para el duelo entre los mexicanos y los surcoreanos de mañana se esperan unos 34 grados, por lo que ambos equipos tendrán que hidratarse más de lo habitual y los hinchas siempre pueden recurrir al tradicional sombrero mariachi.

Las altas temperaturas son la norma en el sur del país, donde se encuentran la mitad de las sedes mundialistas y muchas bases de concentración.

Que se lo pregunten a los futbolistas españoles, que ayer aprovecharon el día de descanso para tomar el sol, ya que en Krasnodar el calor también es especialmente intenso.

En Sochi, donde España debutó y podría tener que disputar los octavos de final, los termómetros marcan ya 28 grados y el mercurio no hace más que subir, a lo que se suma la humedad característica de la ciudad bañada por el mar Negro.

El servicio meteorológico no tiene piedad de los futbolistas en sus pronósticos y vaticina en los próximos días una fuerte ola de calor por toda la región meridional y central de la parte europea de Rusia.

En Volgogrado, ciudad bañada por el Volga, las temperaturas alcanzarán los 40 grados antes del final de la primera fase, mientras en Samara se esperan 32 para el partido del 25 de junio entre Uruguay y Rusia

Eso sí, a diferencia de Rostov, en Samara hay una playa fluvial en la misma ciudad en la que el hincha de turno puede bañarse sin mayores preocupaciones.

En Saransk, la ciudad más pequeña del Mundial, se esperan 33 grados para el Portugal-Irán, partido decisivo para el devenir del Grupo B.

Más al norte, en el curso medio del Volga se encuentra Kazán, donde los colombianos tendrán que soportar el lunes unos 30 grados ante Polonia.

En cambio, los croatas y argentinos se vieron beneficiados ayer por una temperatura ideal de 20 grados en Nizhni Nóvgorod, lo que sin duda contribuyó al partidazo que nos brindaron.

Pero los panameños no tendrán tanta suerte y verán como los termómetros asciendan en la antigua Gorki hasta los 32 grados cuando se midan a Inglaterra el próximo lunes.

En Moscú también se esperan temperaturas de 30 grados para el sábado, cuando se enfrentará la Bélgica de Roberto Martínez ante Túnez, pero después bajarán levemente las temperaturas para el Brasil-Serbia y el Dinamarca-Francia.

A partir del 1 de junio volverán a subir, por lo que se espera que con vistas a las semifinales y la final en el Luzhnikí el calor será intenso, aunque la lluvia mitigará la sensación de sofoco.

La excepción a la regla es la capital de los Urales y la ciudad más oriental del torneo, Yekaterimburgo, como sufrieron en sus propias carnes los uruguayos ante Egipto en la primera jornada.

"Había 7 grados. Pasamos frío. Suerte que veníamos preparados", comentó Damián, que recordó que en el invierno uruguayo las temperaturas rondan los 10 grados.

El hincha de Punta del Este se sorprendió al encontrar en dicha ciudad un letrero donde recomendaba a los locales qué hacer en caso de ola de calor.

"No pude contener la risa. Una ola de calor en la puerta de Siberia", confesó.

Aunque el verano es corto en esa zona. se espera que los mexicanos se encuentren unos agradables 23 grados cuando jueguen a final de junio su último partido de la primera fase ante Suecia.

El enclave báltico de Kaliningrado tampoco se caracteriza por sus altas temperaturas, por lo que lo españoles y marroquíes podrían jugar bajo la lluvia y unas temperaturas de 16 grados, aunque hace unos días los termómetros marcaron unos anómalos 29 grados.

En cuanto a la antigua capital zarista, San Petersburgo, los brasileños hubieran preferido otro lugar para su partido ante Costa Rica, ya que mañana hará unos 20 grados, lo que sumado a la cercanía del golfo de Finlandia podría hacer no recomendable la manga corta.

Y lo mismo se espera cuando los argentinos salten al campo para enfrentarse a Nigeria en un partido a vida o muerte.