Fernando Hierro transmite honestidad en cada palabra que pronuncia como "seleccionador por circunstancias". Habla desde el corazón, con máximo respeto a un amigo como Julen Lopetegui, al que concede los "derechos de autor" de una España que sueña despierta en el Mundial de Rusia.

¿Ha asimilado el paso de director deportivo a seleccionador?

Tengo que ser claro y honesto: sé que soy seleccionador por circunstancias, no lo soy por mi currículum de entrenador. Mi nombramiento es debido a unas circunstancias y sin ellas sería difícil que fuera seleccionador. Lo digo de corazón. No me puedo engañar. La experiencia del año que estuve entrenando en el Oviedo me enriqueció mucho y ha sido fundamental para aceptar este reto. Tengo un reto precioso, apasionante, que voy a vivir al día. No me voy a plantear nada que no sea disfrutar cada entrenamiento y cada partido. Lo que vaya a pasar, no lo sé. Solo puedo controlar disfrutar de esta magnífica experiencia.

¿Cómo está el vestuario?

Los chicos han mostrado una madurez excepcional y han dado una lección. Son un grupo maduro y con personalidad. Son todos jugadores de elite que viven en el alambre a diario. Tienen una cabeza privilegiada y gestionan muy bien las minicrisis. Es un grupo muy sano y hay un gran ambiente. Han venido a pelear por el objetivo. Les transmitimos que el 15 de julio termina el Mundial y luego ya no habrá más. El Mundial no vuelve más.

¿Hay ganas de demostrar más?

En el grupo hay gente a favor, otros en contra porque no juegan... Hay que tomarlo con naturalidad. Esta selección tiene derechos de autor, los de su entrenador que ha estado con ellos dos años trabajando. A partir de ahí, cada uno tiene un toque especial.

¿Qué toque le va a dar Hierro?

Algo mío habrá, pero en tan poco tiempo me equivocaría si dijera que le doy un toque especial, aunque cada entrenador es diferente. No podemos cambiar la personalidad ni la característica de los jugadores.

Es más un tema de motivación.

Mi obligación es convencer a los chicos que cuando nos vayamos de aquí, nos miremos a la cara y nos digamos que lo intentamos con todas nuestras fuerzas. Sabemos lo que representamos y lo que es un Mundial para nuestro país. La familia de la selección ha tenido una reacción de madurez a una situación compleja. Y se agradece verlos tan enchufados.

Tras un estreno en el que no se tocó lo trabajado, ¿llega el momento de tomar decisiones?

Como director deportivo no me metí nunca en ninguna charla. Aquí se ha quedado gente del equipo de trabajo y tienes que decidir desde el primer día quién va a jugar, y la gente me va a juzgar por el rendimiento de los partidos. Asumo mi responsabilidad.

¿El once de Portugal fue suyo?

Es lo de menos, pero soy el seleccionador; si no, ¿quién lo va a elegir? El equipo tiene sus características. No nos pidan que juegue defensivo y con balón en largo. Intentamos jugar lo mejor posible, un fútbol combinativo aprovechando la calidad de los jugadores. Sería inmolarnos pedir algo contra nuestra naturaleza y virtudes. Con lo que nos ha costado tener nuestra personalidad y elegir un camino, como para salirnos de él. No hay otra forma.

Situaciones del pasado en grandes torneos invitan a pensar que no tiene por qué salir mal.

Nadie ha dicho que tiene que salir mal. Lo que hemos dicho es que la situación es la que era para todo el mundo, pero reaccionamos rápido porque el fútbol no te deja dormir ni vivir de recuerdos. La adaptación a la nueva situación ha sido muy natural y rápida, y por eso hablo de la madurez de un grupo. Vamos a buscar ser positivos. Estamos con ilusión tras el primer partido y el equipo está preparado. Ya no pensamos en el pasado. Todos los respetos por Julen, que es íntimo amigo mío.

¿Qué ha sido lo más difícil?

Me gustaría contarlo, pero no puedo. Cada uno vivió estos días a su manera.

Encontró en el vestuario jugadores que se oponían a la destitución de Julen. ¿Cómo ha gestionado ese trabajo psicológico?

No iba a preguntarle a cada jugador qué es lo que pensaba. Es una decisión que se tomó y que había que aceptarla con responsabilidad. Creo en la nobleza de los jugadores y en la madurez de gente que está en equipos de elite y que tiene problemas y se levanta. Hay gente que no estaba de acuerdo y empatizo con ellos. Digo, si yo fuese jugador ¿qué haría, cómo me pondría?.

¿Opinó como director deportivo?

Ha sido una experiencia y puedo mirar a todas las partes con franqueza a los ojos. Di mi opinión a quien se la tenía que dar y me quedo con la conciencia tranquila. Actué como tenía que actuar como director deportivo, siempre buscando el beneficio de la Federación a dos días del Mundial.

¿Puede dormir?

Los tres primeros días... No encontraba horas para ver más vídeos. Vine con traje y corbata y es muy diferente el trabajo al chándal.

¿Cómo está más cómodo?

Son dos trabajos totalmente diferentes. Antes hacía de poli malo, pero ahora tenemos que agradecer enormemente que Marchena haya venido. Es un campeón del mundo y una persona íntegra y directa que está para ayudarnos.

Como entrenador, ¿qué estilo de juego le gusta?

Me gusta que mis equipos jueguen bien, que compitan, que tengan su estilo e intenten tener personalidad con el balón, pero todo el mundo nos analiza y sabe cómo hacernos daño. Tenemos que estar preparado para ello.

¿Han cambiado mucho los vestuarios desde su época?

Son diferentes. El vestuario de un equipo es la sociedad. Antes íbamos con música y el entrenador montaba en cólera. Ahora, el que no la lleva parece que no tiene alegría. A nosotros nos decían que perdíamos concentración. Ahora intenta quitarle el móvil a uno. Lo asombroso es la capacidad que tienen para cambiar el chip.

Ante Portugal, una de las imágenes fue el abrazo del cuerpo técnico en el festejo de los goles.

Significa lo que ha vivido el grupo, pero con Julen se hubiese hecho lo mismo porque aquí hay un grupo humano de profesionales fantásticos y todos tenemos en la cabeza una ilusión. Esto es algo maravilloso para nuestras vidas, hay que disfrutarlo y dar el 110, es lo que se necesita en esta competición.