Jorge Sampaoli y Zlatko Dalic dispusieron el primer equipo titular de Argentina y Croacia en el Mundial de Rusia sobre un mismo dibujo. Los técnicos coincidieron en la idea de desplegarse a partir de un 4-2-3-1; con una identidad pretendida y una realidad timorata, porque ambos planteles siguen dependiendo en demasía de sus solistas. De Leo Messi y de Luka Modric.

Allí donde no alcanzan los recursos colectivos suelen bastarles sus ''10''. El barcelonista evitó el bochorno antes del Mundial, con su triplete en Quito. Ya en Rusia, el madridista sentó al cuadro croata en el primer lugar del Grupo D al servir un córner que terminó en gol y al ejecutar acertadamente un penalti ante la escuadra nigeriana.

Los once metros volvieron a ser malditos para Leo Messi. La mente y las manoplas de Hannes Halldorsson leyeron la dirección de su golpeo. Ese error del capitán argentino dejó en empate (1-1) el pulso ante el combinado de Islandia y al descubierto las limitaciones del bando celeste y blanco.

Messi fue el jugador más buscado por Ángel Di María (le dio 8 pases) y por Sergio Agüero (7), pero apenas recibió dos balones de Lucas Biglia en los 54 minutos que el jugador del Milan estuvo sobre el campo. Su relevo, Ever Banega, conectó con Messi en más ocasiones (7); tantas como el atacante de Rosario le devolvió el balón.

En total, Messi dio 57 pases. Recibió 76. Fue origen o fin de 133 de los 657 pases acertados del equipo -el 20.24 por ciento-. Javier Mascherano, en cambio, de 248 (131 dados y 117 recibidos).

Más entusiasta en la destrucción que en la construcción, el ''Jefecito'' repartió mucho más juego en defensa -a Eduardo Salvio (23), Nicolás Otamendi (19) y Marcos Rojo (15)- que en ataque -a Ángel Di María (5), Sergio Agüero (5) y Maximiliano Meza (8). Ante esa situación, Leo Messi asumió que debía ser el enlace y no la resolución. A esto le obliga el doble ''5'', con Mascherano y Biglia.

Con ellos el seleccionador argentino antepuso la protección al descaro. El técnico de Casilda maneja como alternativas a Giovani Lo Celso, Cristian Pavón, Enzo Pérez y Ever Banega, toda vez que su ideario quedó fatalmente lastimado por las lesiones de Fernando Gago y Manuel Lanzini, llamado este último a ser capital en Rusia.

Un lance fatal en uno de los últimos entrenamientos de la Albiceleste en Barcelona le bajó del avión a Moscú.

Sin él, Argentina perdió a un futbolista más cercano a Ivan Rakitic y a Luka Modric que a Lucas Biglia y a Javier Mascherano, necesarios ambos por una cuestión de equilibrio. Pero, ¿juntos?

Este jueves ante la selección de Croacia en Nizhny Novgorod, Jorge Sampaoli podría rehacer su doble ''5'' con un futbolista más animoso en la combinación, como Ever Banega o Giovani Lo Celso, o mudar hacia un 4-4-2 o un 4-3-3, con laterales altos, un pivote y dos interiores que tendrán la misión de alimentar a los atacantes, a imagen y semejanza de lo que Modric y Rakitic hacen siempre, ya vistan la camiseta del Real Madrid, del Barcelona o de Croacia.

Nigeria consiguió rebajar, en parte, la influencia de ambos. Se repartieron la posesión en un 54 y 46 por ciento, sin una gran desigualdad en el número de pases (386 acertados por el bando croata, 327 por el nigeriano).

Esta estadística planta a la selección argentina ante una nueva perspectiva: se jugará el pase a los octavos de final ante dos conjuntos que, a diferencia de Islandia, sí pretenderán tener el balón. ¿Es la hora de los centrocampistas? EFE

lsl/jap

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