Tuvo de todo el partido de vuelta del "playoff" de campeones entre el Tenerife B y el Inter de Madrid, uno de los equipos más limitados que se recuerdan en una eliminatoria de ascenso en el Heliodoro y que, incomprensiblemente, acabó teniendo éxito. Y eso que la mañana empezó bien para los locales con un acierto, el de trasladar el partido al estadio. Dan fe de ellos los casi 4.300 asistentes. En la Ciudad Deportiva hubiera sido un auténtico caos.

Y no le perjudicó el escenario a los insulares, sino más bien la falta de oficio para manejar lo esperado: la marrullería de un rival con más experiencia, que supo aprovechar un error local para hacer lo que le faltó al filial en este duelo: marcar fuera.

El Inter empezó partiendo la llave en la cerradura del vestuario (eso retrasó el arranque un cuarto de hora) y acabó provocando en lugar de festejar. En medio se defendió. Durante 90 minutos. Con mucho esfuerzo, poca calidad y la inestimable colaboración de Jesús Gimeno Solans. El asistente número 1 de Romero Freixas anuló un gol legal a Marwan, que no estaba en fuera de juego por dos metros de diferencia.

Al final, lo peor. Una trifulca barriobajera, con algunos locales que no supieron perder y algunos visitantes que, en vez de marcharse a celebrar con los suyos el ascenso, se quedaron a provocar a los canteranos blanquiazules. El más alocado y el peor parado, el meta Miguel Ángel, que se llevó un puñetazo y amagó con denunciar el asunto a la policía.