El Tenerife se despidió de sus escasas opciones con este empate, aunque en realidad durante toda la tarde dio la sensación de que el adiós a la temporada se había producido justo antes de entrar al campo y no después de salir de él.

Esta despedida virtual en la carrera por el "playoff" se precipitó en un partido plano, sin ritmo ni juego y plagado de imprecisiones, que solo se agitó en su tramo final, cuando el equipo de Etxeberria se quedó con un jugador menos por la expulsión de Bryan Acosta. El botón de la intensidad, cualidad esencial en el juego de este Tenerife, se desactivó con los otros resultados previos -máxime después de los triunfos de Valladolid y Zaragoza-, y ya dentro del partido sonó tarde, a 15 minutos del final, pulsado por la situación de inferioridad numérica. El equipo reaccionó, subió las prestaciones y generó mejores sensaciones que en los 75 minutos anteriores. Incluso pudo ganar. Fue un tramo, este último, en el que la conjunción de peloteros en el campo influyó lo suyo. Con Juan Carlos de organizador, las conexiones hacia delante fueron precisas, los enganches de Malbasic resultaron más dinámicos, las llegadas al área del equipo más frecuentes y el ritmo blanquiazul, mucho más vivo. Ahí queda esa fase de juego combinativo para el debate interno de un equipo que tiene suficientes elementos para manejar otros estilos dentro de un mismo partido, no solo corriendo. Solo hay que juntar a los jugadores que juegan a eso.

En el grueso del encuentro, en los primeros 75 minutos, el Tenerife no encontró su ritmo, porque no logró activar la presión, que es lo que le permite correr y le da la vida. Las causas son discutibles, pero parece que el grupo entró mustio desde el vestuario, sabedor de que las opciones se habían esfumado. Además, el Almería hizo lo suyo: jugó largo, impidió ser presionado, enfrió el partido hasta casi provocar somnolencia y pasó toda la primera parte sin un solo sobresalto, porque el Tenerife, con la pelota, fue un equipo plano, a pesar de los intentos de Milla por acelerar las cosas. Un cabezazo de Víctor Casadesús (11'') y una volea de zurda, preciosa, de Suso, fueron los únicos acercamientos de peligro. El equipo de Etxeberria hizo cinco minutos dinámicos al final del primer periodo y hasta logró meter al público en el partido, cuando generó una buena acción cortada con las manos por un defensor. Era el 44'' y el árbitro sumó su inhibición en la cuenta de los últimos penaltis no pitados. Fue una clarísima acción que debía haber desequilibrado el marcador.

A la vuelta de vestuarios, el partido recayó en su tono bajo, en sus imprecisiones, en su falta de continuidad. El Tenerife inició el juego de manera muy errática, apartado en el que se significó Aveldaño, con sus reiteradas malas entregas, y el rival no se atrevió a dar el paso para ganar. Entonces actuó Etxeberria, que quiso cambiar el escenario con un reajuste de líneas: puso a Malbasic, quitó a Alberto, que parece agotado, y retrasó a Bryan Acosta. Víctor Casadesús se quedó en tres cuartos de campo para enganchar. El serbio pudo marcar en una buena entrada de Suso, esta vez sí en transición, que puso el balón al segundo palo, pero Filip llegó justo y lo envió fuera por centímetros. Faltaban 20 minutos para acabar y se avecinaban las únicas emociones de la noche, porque entre unas cosas y otras, el tramo final deparó un ida y vuelta, un intercambio de golpes en el que el Almería tuvo las dos ocasiones más claras. A ello contribuyeron otras secuencias. La primera, la expulsión de Bryan, que hizo dos faltas iguales y se fue anticipadamente; la segunda, la entrada, entonces, de Juan Carlos. El volante gallego se puso por delante de Milla y cogió las riendas del juego. Sus intervenciones fueron todas acertadas, en vertical, conduciendo o pasando, firmó 15 minutos que deberían servir para que el entrenador lo vea con otros ojos. Fueron los mejores minutos del Tenerife, con dinamismo y continuidad, con ritmo y coraje, salpicados por el derribo que sufrió Malbasic y que tampoco fue sancionado con penalti. El asunto en el área ajena ya va para psicosis.

Hay que admitir que, aunque ya inservible, el empate deja mejor parado al Tenerife si contamos las dos ocasiones que falló el Almería. Va a soñar con ellas. La primera la perdonó Pozo (81'') a puerta vacía... hasta que apareció Aveldaño para salvar el 0-1 con la espalda. La segunda la marró Nano en el 93 y fue tan clara, con un paradón de Dani, que su equipo acabó lamentándose pese a lograr el punto que venía buscando. Al final, "perdieron" los dos.

0-0

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CD Tenerife: Dani Hernández; Luis Pérez, Carlos Ruiz, Aveldaño, Camille; Alberto, Luis Milla, Suso, Acosta, Alex Mula; y Casadesús. En el minuto 54, Malbasic entró en lugar de Alberto; en el 63'' Montañés sustituyó a Alex Mula; y en el 78'', Juan Carlos suplió a Suso.

Almería: René (1); Marco Motta (1), Joaquín (1), Trujillo (1), Estupiñán (1); Fidel Chaves (1), Rubén Alcaraz (1), Sulaymán (1), Lass (0); Hicham (0) y Caballero (1). En el minuto 49, Nano (1) entró por Lass; en el 59'', Pozo (1) sustituyó a Hicham; y en el 81, Verza (s.c.), por Sulaymán.

Árbitro: Santiago Varón Aceitón (Comité Territorial Balear). (0). Sus errores de apreciación influyeron decisivamente en el resultado, porque pasó por alto unas manos en el área del Almería (44''), que eran penalti. Malbasic le reclamó otra pena máxima en el minuto 84, que también lo parece, porque el serbio llega antes al balón y el defensa contacta con el ariete. Anuló un gol a Carlos Ruiz, que recibió un rechace en fuera de juego. Expulsó por doble cartulina amarilla al local Bryan Acosta (72'' y 77''), por dos agarrones. Amonestó a Alberto (24''), y a Trujillo (45'') y Verza (88'').

Incidencias: Partido de la trigésima octava jornada de la Liga 1 2 3, disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 11.378 espectadores. Tarde fría y terreno de juego en aparentes buenas condiciones. El Tenerife y el Almería lucieron sus indumentarias habituales. Antes del inicio del encuentro y con motivo del 25 aniversario del fallecimiento de Rommel Fernández se realizó el correspondiente reconocimiento por parte de la entidad blanquiazul.