El partido fue una muestra más de la diferencia que hay entre un equipo con la idea bien trabajada y otro que busca soluciones a su falta de patrón de juego.

El Alcorcón no puede competir con el Tenerife en talento individual, pero fue mejor como equipo: juega de memoria, tiene funcionamiento colectivo y compite hasta donde le alcanza con su calidad limitada. El criterio con la pelota le permitió llegar muchas veces cerca del área, generar superioridades, rematar siete veces entre los tres palos y sacar once córners.

Enfrente, un Tenerife en período de reconstrucción. Se puso 0-1 con un penalti llovido del cielo (como el del empate) y se encontró más cómodo replegando que tirando la presión arriba, pero ni de una ni de otra manera fue nunca un equipo con autoridad en el juego. Eso sí, tiene mérito defender así de bien y aguantar el empate yendo en todo tan por detrás de su rival. Eso, y Dani, soberbio.