En medio de un partido de trabajo, de lucha, de pase largo y segundas jugadas, pero preñado de imprecisiones, prototipo entonces del fútbol de la Liga 1 2 3, surgió un gol nacido del talento, que pone al Tenerife en el umbral del ascenso. El gol como excepción, por su condición de ser el único que se marcó en el partido y, en especial, por la forma en la que Shibasaki dio ese pase a la red.

Llegó en la única acción en la que el ataque del Tenerife generó una ventaja ante el impecable sistema defensivo del Cádiz. Nació de un resbalón de Brian Oliván, lo aprovechó Suso, que entró como un cuchillo en el área y provocó el rechace de Cifuentes. No era fácil poner el balón en el ángulo corto, allí junto al poste, superando al defensor que tapaba esa parte de la portería. Pero entre las materias que domina Gaku, la precisión es su asignatura favorita. Hace falta tener buen pie, pero en especial es necesario darle pausa al desenlace. Y con eso se nace. Esa mezcla es la que ha incorporado el Tenerife a su plantilla con el fichaje de este talento menudo. Calidad (precisión) y pausa (criterio). En el contexto de este bravo y meritorio Tenerife, Gaku es una luz que ilumina el final de la jugada. Al margen de eso, hablando de estilo, a los nostálgicos este chico nos transporta a una época mejor, aquella en la que el Tenerife consiguió ser asociado mundialmente con una identidad de juego basada en la técnica y la inspiración. Gaku habría jugado en aquél Tenerife de los 90. Con su gol de ayer nos ayuda a avanzar hacia el reencuentro con viejas sensaciones.

El triunfo es un canto a los valores colectivos. Que quede claro. Ganaron todos, porque trabajan todos, son un equipo unido y muy comprometido, pero los grandes méritos de la victoria de ayer se detienen en lugares concretos del campo. El primero, por orden cronológico y de peso específico en el resultado, en la portería. Los grandes equipos presumen de porteros que ganan partidos cuando el rival supera todas las zonas anteriores: Dani evitó el temido gol del Cádiz, al principio y, sobre todo, al final. Se sacó la espina de su exceso de confianza en el Carranza. La segunda parada en el relieve individual del éxito hay que hacerla en Suso. Álvaro Cervera respiró aliviado cuando supo que Suso era suplente en la ida. "Él nos acerca al equipo al área rival", decía siempre Cervera elogiando al capitán. Suso es el mejor banda derecha de la categoría y su puesta a punto es también una cuestión de la confianza que le han retirado en la segunda vuelta. Jugando hacia el fondo, el Tenerife es más reconocible que regateando hacia dentro... La exhibición de recursos de Lozano merece un accésit en este podio.

PD: El pase del Tenerife a la final tiene que llevar un reconocimiento añadido, porque tiene mucho mérito superar a un rival tan bueno como el Cádiz. Sé que a Cervera le suena a compasión, pero la admiración por su gran obra es muy sincera. Fueron mejores...