Si por algo se caracterizan los equipos de esta "final four" es por no depender de un solo jugador. Ese hombre franquicia que lidera con números estratosféricos y genera una dependencia que hace de su buen estado el termómetro para medir las posibilidades del colectivo no existe.

Lo más parecido a esa figura es Jordan Theodore, base del Banvit turco. Sus 19 puntos y 7 asistencias de promedio en la liga turca hablan maravillas de un jugador con una trayectoria más bien discreta antes de recalar en el conjunto que dirige Sasa Filipovski. El de Englewood (1,83 metros y 28 años) se formó en Seton Hall y ni siquiera se coló en el draft de la NBA en 2012. Inició ahí su primera experiencia en Europa firmando por el Antalya. Después de pasar por Puerto Rico y República Dominicana, tuvo otra etapa en el país otomano (Mersin) y en Alemania (Skyliners Frankfurt) antes de convertirse en el líder del Banvit, al que llevó hasta el título de la Copa turca.

Cuesta algo más decantarse por un único jugador en los otros dos equipos. En Mónaco existe cierta bicefalia. Comparten protagonismo Zach Wright y Dee Bost, aunque este último pasa por ser el más mediático. Montenegro, Venezuela y Turquía fueron algunas de sus paradas al salir de la Universidad de Mississippi State. En el conjunto del Principado promedia 13,6 puntos y 5,2 asistencias en la ProA gala. Su baloncesto no ha pasado desapercibido para los grandes. Sonó para el FC Barcelona.

En el Reyer Venezia hay que recurrir directamente a las matemáticas para elegir. Se trata de un equipo coral, como el Iberostar Tenerife, en el que resulta complicado destacar a uno. Con los números fríos, el canadiense de origen nigeriano Melvin Ejim pasa el corte con sus 11,2 puntos y 5,5 rebotes por partido en la Lega, aunque esas cifras mejoran sensiblemente en la Basketball Champions League. Son, en definitiva, algunos de los jugadores en los que deberá fijarse el aficionado que acuda este fin de semana al Pabellón Insular Santiago Martín para presenciar la final a cuatro.