Por más que se repita la historia cada vez que Usain Bolt interviene en unos grandes campeonatos, el astro jamaicano, en cuyas espaldas reposa la suerte del atletismo actual, no pierde su apetito. Desde ayer es con su tercer título olímpico de 100 metros, una estrella para el público brasileño de un rango equiparable al de Pelé o Neymar. Se ha ganado el corazón de los cariocas como antes de tantos otros.

Y sin embargo no siempre fue infalible. Su primera experiencia olímpica, con 17 años, fue en Atenas 2004. En las series de 200 metros notó un pinchazo y cruzó la meta andando. La prensa jamaicana se ensañó con él. Blando y cobarde, le llamaron. Había tenido problemas físicos en los isquiotibiales y siempre sospechó que no llegaría muy lejos. "Atenas fue una experiencia horrible para mí", recuerda.

Pasó una breve crisis de confianza, hasta que encontró a Glen Mills y este le encomendó al doctor alemán Muller-Wolhlfahrt, que le detectó una imperceptible cojera y le invitó a trabajar en ejercicios de compensación, además de fortalecer su espalda.

Bolt, cuya morfología (196 centímetros, 76 kilos) se adapta mejor al 200 que al 100, ha tenido que trabajar a fondo los desequilibrios de su cuerpo para alcanzar la excelencia. Su pierna derecha de Bolt es 1,5 centímetros más corta y eso le ocasiona descompensaciones en los primeros apoyos de la partida y en el impulso. Complicadas con una escoliosis, las tensiones le afectan, sobre todo, a la parte baja de la espalda, su verdadero talón de Aquiles.

Una vez que Bolt recompuso su cuerpo, sus cualidades innatas le otorgaron la supremacía. En los Mundiales de Helsinki 2005 se lesionó y llegó último a la meta en 200, y en los de Osaka 2007 sólo le batió Tyson Gay. En junio del 2008 logró su primer récord mundial de 100 metros en Nueva York (9.72) y a partir de ahí su vida dio un giro espectacular. Los Juegos de Pekín 2008 sirvieron de rampa de lanzamiento al cohete Bolt: oro en 100, 200 y 4x100. Repitió en Londres 2012.

En los Mundiales le ha ido igual de bien. En Berlín 2009, tres oros y otros tantos récords mundiales. Falló el triplete en Daegu 2011 (por una salida falsa en 100), pero lo reanudó en Pekín 2015. Los de Río serán sus últimos Juegos. Lo dijo antes de empezar, en una multitudinaria rueda de prensa que terminó con unos pasos de samba junto a esculturales bailarinas brasileñas. Puro espectáculo, siempre el espectáculo, ante todo.

El atletismo, tan necesitado de héroes, lo echará de menos cuando cuelgue las botas de clavos. Pasará mucho tiempo antes de que aparezca una estrella de su magnitud.