Por tercera edición consecutiva, el irundarra Ander Elosegi se quedó sin la recompensa gloriosa del podio olímpico, al acabar octavo en la final de C1. Cuarto en Pekín 2008 y Londres 2012, había renovado su sueño tras un ciclo olímpico nada fácil y sobre todo con una magnífica actuación en la semifinal, en la que fue segundo.

Partía con el cuarto peor puesto del ranquin internacional entre los finalistas pero con unas sensaciones extraordinarias en un canal que le gusta mucho, que va mucho con sus condiciones, y sobre todo con ese segundo puesto que reforzaba sus ambiciones. Entre la semifinal y la final ratificaba que su intención era corregir los errores que había cometido en la primera bajada y luchar al máximo por acceder a su sueño de podio.

Pero ocurrió lo contrario. Su bajada no fue tan limpia y buena y, aunque su tiempo fue muy similar, cometió dos errores, tocó dos puertas, y fue penalizado con otros cuatro puntos diluyéndose sus opciones ante la progresión y mejoría de sus rivales.

Elosegi, que partió en la semifinal en la séptima plaza, marcó un crono de 97.93, con el que ya se aseguró su clasificación para la lucha por las medallas. Pero la fiabilidad y solvencia de dicho descenso no se vio corroborado una hora después en la final (101.27), en la que casi todos mejoraron sus cronos salvo, sorprendentemente, el gran favorito, el británico David Florence, que acabó último, y el alemán Sideris Tasiadis, ganador de las series y la semifinal, que cayó hasta el quinto puesto.

La esperanza francesa, Danis Garbaud Chanut, precedió en la bajada de la final al español y protagonizó una actuación portentosa que le reportó el oro con 94.17 para recoger el testigo como campeón olímpico de un mito de este deporte como su compatriota Toni Estanguet. El eslovaco Matej Benus (95.02) logró la plata. La gran sorpresa fue el bronce del japonés Takuya Haneda (97.44).