Es la primera decepción de esta nueva etapa. Pequeña, porque el empate tiene su mérito atendiendo a la capacidad del rival, pero el hecho de que el Tenerife no haya sido capaz de sacar provecho a los casi 40 minutos que jugó en superioridad numérica, supone la primera frustración en esta etapa de revitalización del equipo. A grandes rasgos, en titulares, podría decirse que el equipo de Martí hizo un gran ejercicio conteniendo a su rival (que ataca con cinco jugadores) en el primer tiempo y luego, con un hombre más desde que el Girona se quedó con 10 en el minuto 55, no supo cambiar de registro para hacer la diferencia con la posesión de la pelota. Tampoco Martí acertó con las decisiones que tomó en esa última media hora: al equipo le faltó criterio con la pelota, más pausa para masticar mejores entregas a los puntas, menos acumulación de delanteros sin un pasador por detrás y, también, más paciencia. Faltó alguien como Ricardo para que Alberto, impecable en el otro fútbol, se viera menos expuesto a asumir la función cerebral del equipo. El Girona ya había dado un paso atrás, porque desde que empezó la segunda parte descompuso su dibujo ambicioso (3-4-1-2 con los laterales muy arriba), retrasó a Clerc al lateral, formó una línea de cuatro al fondo y le quitó a Omar y Suso la posibilidad que ambos tuvieron antes del descanso de jugar uno contra uno contra los dos centrales, tan abiertos. A la hora de explotar la ventaja de jugar con uno más, Martí apostó por Jairo en la zona de Tomás Martínez, luego lo bajó al lateral izquierdo, puso a Nano junto a Lozano y acabó con cuatro delanteros obligados a venir a recibir de espaldas, porque no tuvieron por detrás un enganche natural. Justo cuando más falta hacía su fútbol profundo, Tomás Martínez se cayó físicamente. El argentino pasó por el partido a contracorriente: en la primera parte, jugando más atrás de lo que mejor le va, no pudo aportar mucho porque el Tenerife prefirió una transición más directa desde su defensa para que Suso y Omar ganaran el duelo a Kiko Oliva y Lejeune, muy descubiertos. Y, en la segunda mitad, cuando el partido se jugaba en pocos metros, ideal para sus características, ya estaba cansado. Esa última media hora, que es la parte más activa y abierta del choque, pudo decantar el marcador para cualquier bando. Incluso un minuto antes de la expulsión de Javi Álamo, Dani Hernández evitó el 1-2 ante Sobrino, que se había ido solo tras un error de bulto de Jorge Sáenz en la salida. Era el 54'' y en la siguiente acción el Girona protestó un penalti y enseguida perdió a Álamo y a Machín. Desde entones y hasta el final, el Tenerife fue todo ansiedad, aunque por empuje pudo ganar si entra la falta que Suso estrelló en la escuadra (78'') o si Alberto define ante Becerra (83''), que sacó a córner el mano a mano. Pero, aún con uno menos, replegado y buscando cambios de refresco arriba, como con la entrada de Aday y Mata, el Girona también pudo llevarse el partido si Sanchón coloca dentro, solo ante Dani, el pase de Aday (74'') o si el propio Dani no tapa el disparo del propio Aday en el 93. El primer acto, el que transcurrió con 0-0 entre el inicio y el minuto 41 -cuando marcó Sobrino- fue un pulso intenso entre la apuesta ofensiva de Machín y la solvencia del Tenerife para contener a un rival que juega con los costados ocupados muy arriba, con dos puntas fijos contra los centrales y añade por detrás a Felipe Sanchón, al que le cayó encima Alberto en el eje. El Tenerife contuvo a su adversario, le ganó las disputas y se protegió admirablemente, tanto que el gol catalán llegó en su primer remate, ya cerca del descanso. Ahora bien, esa posición tan avanzada permitió al Girona apretar mucho y dificultar la salida del balón local. La alternativa fue poner el balón arriba muy rápido, tratando de darle ventajas a Suso y Omar, al precio de desconectar a Tomás Martínez en tres cuartos. Esta vez, sin Ricardo, el equipo tampoco apostó por tratar de salir jugando. No hubo ocasiones en esta primera fase, más allá del cabezazo de Lejeune (12''), hasta que llegó el agitado tramo final. El Girona encontró su gol justo después de la única acción en la que se replegó y cogió al Tenerife más abierto. Javi Álamo entró por primera vez por su costado, centró y Sanchón devolvió al medio, donde anotó Sobrino. En la jugada siguiente, un gran cabezazo de Omar puso las tablas, que ya no se moverían. El Tenerife compitió, pero no supo cambiar el registro.