El caso de Jacobo Sanz amenaza con convertirse en una nueva pesadilla para el Tenerife. El club comunicó el pasado 30 de enero que se había procedido al "despido disciplinario" del profesional vallisoletano, un secreto a voces que se confirmó en ese momento para aumentar las posibilidades económicas en el mercado de invierno que estaba a punto de cerrarse. Alfonso Serrano había esperado a que los representantes del jugador, Gonzalo Arguiñano y Luis Perote, le encontraran un nuevo destino.

El PAOK de Salónica no aceptaba su regreso y pretendía ahorrarse la misma cantidad que el club insular se comprometió a abonar hasta el 30 de junio. Ofrecido a equipos españoles como el Osasuna y en ligass exóticas, Jacobo no encontró acomodo. El Tenerife cumplió y le despidió, argumentando que se había ausentado de los entrenamientos sin permiso.

Después de un encontronazo con el canterano Cristo González, se le habían concedido diez días de permiso. Pero el portero dio por terminada su estancia en la Isla y se marchó con todas sus cosas. El acuerdo para resolver el contrato fue sencillo. Pero faltaba que el PAOK firmara, algo que no se produjo. Ahí empezaron los problemas.

"Tenemos una notificación de apertura de expediente y el tema ya está en manos de los abogados de AFE", desveló Perote el pasado 21 de enero. Santiago Nebot, asesor jurídico de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), ya defiende los intereses del futbolista. El despido ha sido recurrido por improcedente y ambas partes se verán en el SEMAC. Si como es previsible no hay acuerdo, un juez decidirá la indemnización.