Unas veces de forma merecida, otras no tanto, pero el Tenerife se queda fuera por sexta vez consecutiva a las primeras de cambio de la Copa del Rey. Ayer igualó méritos después de una mala primera parte, pero no acertó en las ocasiones que tuvo y llevó el desenlace a la lotería de los penaltis, donde el portero del Girona decantó la balanza a favor de los suyos. La Copa, ese suplicio para todos los equipos de Segunda A al menos en sus dos primeros pasos, se afronta con algo de desgana, como un banco de pruebas para los suplentes. Diez cambios respecto al once inicial de la Liga en los catalanes y siete en los canarios lo demuestran. Es una competición estructurada para que lleguen los "grandes" a la recta final. Pero dicho eso, no deja de ser una competición.

Los blanquiazules notaron la mala racha. Se vio la inseguridad desde el primer minuto en un conjunto blanquiazul plagado de no habituales y con mezclas que no terminaron de convencer. El dúo Aitor Sanz-Vitolo no ajustó hasta la segunda mitad. Hasta entonces, ni robó como cabe esperar de ellos ni dio una salida nítida. Quizás por eso, faltó fútbol. Solo Cristo Martín podía aportar algo de cabeza al asunto y el tinerfeño se aisló en los primeros compases. Mientras, Maxi jugó a lo suyo y Ruso García estuvo casi desconectado. Solo Guarrotxena pareció un oasis en el desierto ofensivo. Y el hombre pareció no acertar con las botas y se resbaló en dos ocasiones.

En esta tesitura, la pelota fue siempre local. Con diez suplentes, los de Pablo Machín representaron exactamente la misma idea de juego que el pasado sábado. Solo con eso ya fueron superiores a los de Cervera. Tardó el primer disparo a portería (lo hizo Juanlu a la media hora), pero generó la única ocasión clara de la primera mitad. En un contragolpe bien llevado por el exblanquiazul Aday Benítez, Bordas pudo encarar a Roberto, que repelió con acierto (32'').

Algo tenía que cambiar en el Tenerife y lo hizo. Un paso adelante de la defensa, líneas juntas, presión ajustada y posesión más cerca de la portería contraria. Dicho así parece fácil, pero el caso es que los segundos 45 minutos fueron, al menos a los puntos, para la escuadra visitante. Cristo Martín (47'') lo intentó nada más empezar. Más incómodo el Girona, los contragolpes insulares empezaron a generar inquietud en Montilivi. Y en uno de ellos, un córner se convirtió en la mejor ocasión del encuentro. El balón acabó cayéndole a Ruso García, que falló en buena posición. El argentino se quejó de un agarrón (80'').

El partido se encaminó a la prórroga. Vitolo, con calambres, pidió a Cervera seguir sobre el césped y el técnico tiró de Uli Dávila para sustituir a un cansado Ruso García. En los 30 minutos extra, poco que contar. Ni una sola ocasión de gol. Casi una preparación para la tanda de penaltis. En ella, Palatsí se convirtió en el héroe gerundense al rechazar los lanzamientos de Uli Dávila y Hugo Álvarez. Los locales solo fallaron uno, el de David García, que envió el balón por encima del larguero.