La dura sanción que la FIFA impuso a Luis Suárez por haber mordido a un rival durante el Mundial despertó la ira de todo el Uruguay, que la recibió como una profunda ofensa y prácticamente un ataque directo a la nación, que se volcó intensamente para arropar a su estrella "injustamente" mortificada.

Desde que el organismo rector del fútbol mundial dio a conocer el jueves la medida, nadie en este pequeño país de 3,3 millones de habitantes parece ser ajeno a un caso en el que, al revés de lo que ocurre en el resto del mundo, Suárez es la víctima junto con todo un país apasionado por el balompié, "perseguidos" ambos por los poderosos intereses que rigen el deporte mundial.

Todos los uruguayos, desde el presidente José Mujica, hasta los conductores de los autobuses de Montevideo, pasando por los líderes sindicales, la prensa, los personajes de la farándula y los representantes de la oposición, saltaron indignadísimos contra la "mafia del fútbol" y el "acoso" contra el futbolista e hicieron despertar un nacionalismo pocas veces visto en el país.

Poco importa que Suárez mordiera al italiano Giorgio Chiellini en el hombro en un lance anodino del partido y que ésta fuera la tercera vez que el jugador se comporta así en un terreno de juego.

La rabia va contra la sanción en sí -nueve partidos internacionales, cuatro meses alejado totalmente del fútbol, expulsión del Mundial y unos 100.000 dólares de multa-, hacia el inusual procedimiento que se siguió para imponerla -de oficio-, y por la presión que países como Inglaterra o Italia hicieron para que Suárez fuera castigado.

"En primer lugar hay que decir que Uruguay es un sitio muy pequeño, y en segundo lugar que tiene una larga y exitosa tradición futbolera. Estas dos conjunciones hacen que todo el caso se interprete como que los grandes poderes quieren destruir esta pasión nacional uruguaya que es muy dada a triunfar frente a los poderosos", explicó Susana Mallo, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

La socióloga explicó que de este modo la reacción ante la sanción, que algunos representantes sindicales llegaron a calificar como "casi violatoria con los Derechos Humanos", es vista como una "represalia".

"Aquí, otra vez los grandes se comen a los chicos. En este país la pasión futbolera es profunda y por eso se ve como un organismo tan poco santo como la FIFA ha incurrido en una agresión, contra Suárez y contra todos", añadió.

Para el periodista Martín Aguirre, redactor responsable del diario El País, la "afrenta" percibida en Uruguay por el caso obedece también a que el delantero "entra en el imaginario colectivo del país de lo que debe ser un jugador de fútbol", que convierte en algo "glorioso" vivir "al borde del reglamento".

"Aquí gusta el prototipo de jugador que no se guarda nunca nada, y Suárez es el apoteosis de ese estilo de juego. Nadie está de acuerdo con actitudes como el mordisco, pero la gente lo ve como parte de un todo. Suárez da todo, pero también tiene estas cosas, el muchacho es así", indicó Aguirre.

Sin embargo, para el periodista, la reacción desatada en Uruguay por este tema tiene más que ver con "un cierto complejo de inferioridad" que siempre existe en el país y que se refleja en la creencia "de que siempre hay un complot" contra él.

"En Uruguay se dice que porque el país es chico y pobre y gana a los grandes, molesta a los poderosos y a la gente con dinero, y que por eso es blanco de operaciones fraudulentas...No creo que sea verdad, pero toca una fibra íntima del uruguayo y por eso hay ahora tanta solidaridad", añadió.

La FIFA, un organismo "muy opaco" se presta muy bien para potenciar esta "victimización" del Uruguay, que a su vez dispara el "gran nacionalismo" que existe en el país.

"Este sentimiento es algo hipócrita, pues los uruguayos se la pasan diciendo que no lo somos y nos burlamos de Brasil o Argentina, que andan siempre con la bandera. Pero hay pequeñas cositas que lo disparan, como el fútbol, y es bastante fuerte", añadió Aguirre.

Mallo coincidió con Aguirre con este brote "pasional" que vive el país, que se cree "muy suave" pero que puede tener "grandes pasiones y exabruptos".

Sin embargo, también apuntaron que más allá de la rabia por esta situación, poco más puede hacer el Uruguay ante la FIFA, salvo una cosa.

"Podría ganarle a Colombia en cuartos de final y enfrentarse a Brasil, eso estaría buenísimo", culminó Mallo.