A las puertas de su sexto Mundial, la nadadora española Erika Villaécija afronta la cita de Barcelona con el objetivo de superar el octavo puesto en aguas abiertas en los Juegos Olímpicos y sin perder un ápice de ilusión, a pesar de que a sus 29 años no sabe hacia dónde virará su carrera tras este torneo.

Al igual que el pasado verano en Londres, Villaécija volverá a combinar la piscina con las aguas abiertas, en este caso con las pruebas de 1.500 metros en el Palau Sant Jordi y de diez kilómetros en el puerto de Barcelona.

"La verdad es que me siento bien. Después de tanto tiempo hablando del Mundial, tengo ganas de que llegue y competir ya", ha explicado en una entrevista concedida a EFE la barcelonesa, que no solo nadará en casa, sino que lo hará por segunda vez en su carrera, justo diez años después del Mundial de 2003 en la capital catalana.

"Poderlo vivir una década después, estando a un nivel parecido, es importante para mí, porque muchos nunca tienen la oportunidad de competir en casa y yo voy a tener dos -reconoce la nadadora del CN Sant Andreu-. Quiero aprovecharlo y que mi familia y mis amigos puedan venir a animarme. Eso lo hace especial".

Dos lustros en los que Erika siente que algo ha cambiado en su mente: "Al principio, cuando eres más joven, las cosas pasan muy rápido. Lo único que ves en tu cabeza es el Mundial. Y cuando llega el final, quieres hacer más. Tienes mucha ambición por hacer cosas".

"Ahora -prosigue- la ambición es la misma, porque yo siempre he dicho que si no entrenas para lograr lo máximo, te quedas en el camino. Pero sí que es verdad que intento disfrutar las cosas más que antes, disfrutar más el momento, sin que me pase tan rápido como antes, porque no sé lo que me va a quedar después".

Esa conclusión sacó de su experiencia en Londres, donde logró un diploma olímpico por su octavo puesto en diez kilómetros, pero también probó la amargura de quedar fuera de la final de 800 libres.

"De esa prueba de piscina no estoy especialmente contenta. Al ver que en la primera semana las cosas no salieron bien, no lo pasé del todo bien. Fue cuando decidí que las competiciones a las que iba a ir desde entonces tenía que disfrutar, porque la natación es lo que me gusta y no es para pasarlo mal", confiesa.

Por ello, de momento, no piensa en su futuro tras el Mundial: "No sé qué voy a hacer, no me lo he planteado. Quiero competir bien y luego ya pensaré qué quiero hacer. Pero la verdad es que la natación es lo que me gusta y la ilusión por competir no la he perdido".

Especialmente motivada llega a la competición de aguas abiertas, una prueba "bastante dura por el contacto y los golpes, pero viendo las últimas pruebas, los resultados y las posiciones finales, el objetivo sería estar en el grupo delantero, entre las cuatro o cinco primeras. Mejorar el octavo puesto de Londres sería lo importante".

Un reto ante rivales como la húngara Eva Risztov, la escocesa Keri-Anne Payne, la estadounidense Haley Anderson o la italiana Martina Grimaldi, en "una prueba muy táctica, donde tienes que estar bien colocada para saber lo que hace la cabeza en todo momento".

Hasta que llegue la hora de la verdad, de momento tendrá "el honor" de hacer el juramento en nombre de todos los atletas en la ceremonia de inauguración en el Palau Sant Jordi.

"En 2003 vi cómo Gemma (Mengual) y David (Meca) lo hacían y pensé en que ojalá me tocara. Me hace mucha ilusión. Por todos los años que llevo nadando, creo que es un premio a mi carrera. Pero competir, disfrutar y que encima me salga un buen campeonato es el mejor reconocimiento que me puedo hacer a mí misma".