Con todos los ojos puestos en ella tras las dos medallas en los Juegos Olímpicos, la nadadora Mireia Belmonte llega al Mundial de Barcelona sin temer ser un "referente" de la natación española y consciente de que las polémicas en las que se vio envuelta este año también le han servido "para crecer".

Tras su éxito en Londres, donde logró medallas de plata en 200 mariposa y 800 libres, la badalonesa probó también la incertidumbre de no saber qué ocurriría con su futuro, pues una polémica ruptura con su club y su entrenador le dejó sin equipo durante cuatro meses, hasta el punto de que llegó a plantearse incluso la retirada.

"Aprendí mucho de eso, pues de todo lo malo se aprende. Hay que analizar las cosas y sacar lo positivo. Siento que me sirvió para crecer. Pero lo que pasó, ya pasó, no hay que volver atrás", explica Belmonte en una entrevista concedida a EFE antes del Mundial.

Las desavenencias entre el CN Sabadell y la nadadora al final del verano pasado desembocaron en una abrupta ruptura y a que Belmonte decidiera irse a entrenar a Niza, aunque tras una breve estancia en la ciudad francesa acabó descartando esa opción.

Finalmente, tras cuatro meses sin ficha federativa, la situación se desencalló: fichó en febrero por la UCAM Fuensanta de Murcia, volvió a entrenarse en Sabadell con su técnico, el francés Fred Vergnoux, y finalmente logró seis mínimas para este Mundial.

"La UCAM para mí fue la luz al final del túnel, porque hubo un momento en que no veía luz -admite Belmonte-. No sabía qué hacer, si dejar de nadar o qué. Me han ayudado muchísimo a nivel personal, porque me becan los estudios y puedo hacer la carrera que quiera, compaginarla con el deporte y tener un club donde nadar".

En la cita mundialista que arranca mañana en Barcelona, la nadadora competirá en 400, 800 y 1.500 metros libres, 200 mariposa y 200 y 400 estilos, todo un reto que afronta "con muchas ganas".

"Tengo mucha ilusión por demostrar lo que he entrenado estos últimos meses. La preparación ha sido bastante dura, porque ha habido mucho trabajo en el CAR de Sierra Nevada. Ha estado muy bien, un entreno muy constante, muy fuerte y creo que saldrá bien. Ahora es cuando viene lo bonito", asegura.

Poco le preocupa, en este sentido, la presión pública que pueda tener tras sus victorias en los Juegos: "Todo el mundo está pendiente de los 200 y los 800 por las medallas olímpicas, pero no tengo ninguna niña de mis ojos. ¡Ojalá pueda llegar a las medallas, pero es muy pronto todavía para decirlo!".

Porque, para ella, "estar en finales en la mayoría de pruebas estaría bien", incluso "estaría totalmente satisfecha" si simplemente superara sus mejores marcas.

"La prensa a veces solo mira la medalla, pero nosotros miramos mejorar. Si mejoras tu marca, es que el trabajo ha estado bien hecho. A veces, si quedas cuarta con tu mejor marca, te quedas satisfecha, aunque no estés en el podio. No me siento bien cuando hago un mal tiempo con medalla de oro", confiesa Mireia.

Aún así, la ilusión por competir ante su propio público es una oportunidad que quiere "disfrutar", porque "un Mundial en casa no pasa muchas veces, solo una vez en la vida, y no hay que ponerse presión. Solo disfrutar y coger el calor del público".

A sus 22 años, poco recuerda de aquel Mundial de hace diez años en Barcelona, cuando siendo una niña estuvo nadando en el Palau Sant Jordi para las pruebas de cámara. "La verdad es que me lo pasé muy bien. No me imaginaba entonces estar algún día en el Sant Jordi, pero sí en un Mundial. Siempre he tenido objetivos muy altos y siempre he querido una medalla de oro".

"Además, de pequeña -prosigue-, una siempre tiene un referente, y en mi caso era Nina Zhivanevskaya. Yo me imaginaba entonces siendo una referencia para las que vienen detrás, como era ella. Hoy siento que soy un referente para mucha gente, para muchos niños que empiezan. Y es un orgullo para mí".