¿Qué encierra para usted el hecho de haber sido la primera mujer titular de una orquesta sinfónica española?

Un honor inmenso, pero también una responsabilidad de por vida, a la que dediqué y dedico toda mi energía y entrega, además día tras día.

Durante su estancia en la Orquesta de Córdoba se duplicaron los abonos de temporada y se agotaron las entradas de la mayoría de los conciertos. ¿Por una programación innovadora, cuestión de un riguroso trabajo o porque llamaba la atención ver a una mujer sobre el podio?

La programación que elaboré para la Orquesta de Córdoba, en la que invertí mucho trabajo e ilusión, con la intención de ofrecer al público unas temporadas atractivas, fue premiada por RNE, y expresamente alabada por la crítica. Si los espectadores se deciden a comprar un abono, si el número de asistentes se multiplica en cada concierto durante tres años, si Radio Nacional recibe peticiones de volver a emitir las grabaciones de las obras interpretadas por la orquesta, significa que el atractivo de los conciertos que ofrecimos, estriba en la calidad musical, el contenido artístico y el nivel interpretativo. El género de la persona que dirige resulta secundario y no decide sobre el éxito de público a largo plazo.

¿Y representó una nueva forma de abordar programas?

Me complace ver que, en muchas orquestas españolas, la programación actual sigue las pautas que inicié yo con mis temporadas en Córdoba. Junto a obras estandard del repertorio, contrastar con obras desconocidas u olvidadas, y apostando por la creación contemporánea, posibilitando estrenos, renovando los formatos tradicionaes, agrupando obras relacionadas entre sí en lo musical o en lo temático, y realzando la unidad y singularidad de cada programa con el título del concierto. Interesante tanto para la orquesta como para el público. Se abren nuevos cauces interpretativos, así como nuevos canales en la escucha y la reflexión estética de los oyentes.

Recién terminados sus estudios fue galardonada con el Premio Internacional para Jóvenes Directores de Orquesta de Besançon y tres años después con el de Cadaqués, la única mujer en conseguirlo. ¿Se consideró entonces un talento precoz, una joven prodigiosa?

Al presentarme a mi primer concurso, Besançon, yo ya llevaba rodaje como directora titular y artística de varias formaciones semiprofesionales, con las que tuve oportunidad de trabajar durante mis estudios y acumular una experiencia muy valiosa. Trabajo, esfuerzo, sacrificios y renuncia a muchos aspectos de la vida, para estudiar en profundidad el repertorio orquestal , practicar y mejorar la técnica de dirección, dirigir ensayos y conciertos, programar temporadas, siempre guiada por la motivación de demostrar el propio potencial y la capacidad de servir al mundo de la música clásica a alto nivel, eso es lo que me permitíó desarrollar la seguridad y las facultades para tener éxito en los concursos y en los subsiguientes conciertos con orquestas profesionales. El premio es un reconocimiento y un aliciente, pero es sólo un escalón para acceder a la vida de directora de orquesta. No es para ganar concursos que aprendemos nuestra profesión, sino para ofrecer nuestras habilidades musicales a los demás seres humanos a lo largo de una vida artística de trabajo asiduo e intenso. Y por supuesto es necesario el talento, que es un don. El mérito consiste en entregar la vida a ese talento y desarrollarlo día a día. La vocación artística es similar a una vocación religiosa, ya que la entrega, la disciplina, y la fe en esa fuerza interior, en este caso el propio talento, son vitales.

¿Qué recuerdos guarda de aquel debut con la Orquesta Sinfónica de Tenerife?

Fué un placer, el recuerdo es muy vívido. Me sorprendió gratamente la calidad y el potencial de la orquesta, a la que no había escuchado hacía años, y la excelencia de los jefes de fila y de los solistas de vientos, así como la flexibilidad en la interpretación y la voluntad de alcanzar los mejores resutados posibles, trabajo a agradecer a la labor del entonces director titular, Victor Pablo Pérez. La OST es una de las mejores orquestas españolas, y con un nivel muy superior a muchas de las formaciones orquestales que he dirigido en otros países.

En 2001 recibió el premio El Ojo Crítico de RNE; en 2003 fue nombrada Personaje del Año en Córdoba y en 2005 el galardón Mujer Canaria del Orfeón La Paz. Su huella es profundamente musical, pero también humana, ¿no?

Estos reconocimientos me fueron concedidos por comisiones artísticas que meramente valoraron el nivel de mi trayectoria y méritos profesionales. Independientemente de ello, engendran en mí agradecimiento también en el plano personal. La música es una manera de comunicarse con el resto de la humanidad. Espero y deseo que esta mi huella, sea escuchada y comprendida, como profesional y como ser humano.

En calidad de directora invitada ha tenido la oportunidad de conducir a infinidad de prestigiosas formaciones sinfónicas, mostrando su condición de maestra por salas de todo el mundo. ¿Cree que ha evolucionado la percepción de músicos y público en general hacia la figura de la directora?

Sí, aunque esta evolución es muy lenta.

¿La han invitado a participar en el Festival Internacional de Música de Canarias?

He tenido el gran placer de participar en dos ediciones del Festival, con varios conciertos, y una grabación de CD, de los que tengo un muy grato recuerdo. El Festival cuenta con unas infraestructuras privilegiadas a todos los niveles, desde la organización, a la cantidad y condiciones de las salas de conciertos.

En Suiza, donde ha establecido su residencia, fundó la Orquesta Weltsaiten Sinfonietta. ¿Considera que esta formación puede ente3nderse como su gran obra?

Soy joven aún para hablar de mi "gran obra". Siembro en muchas huertas y la cosecha está aún por ver.

Además de la dirección destaca por una inagotable actividad compositora, que englooba desde música coral y cameral hasta sinfónica. ¿Requiere en usted un registro diferente, un esfuerzo intelectual añladido?

Si, componer representa un esfuerzo intelectual diferente a la dirección. Aunque la dirección y la composición son dos ramas del mismo tronco, con raíces comunes. Se realimentan mutuamente: cuando dirijo, me identifico con la fuerza compositora que engendró la obra, y cuando compongo, analizo y razono a la vez como directora de orquesta. Pero el esfuerzo imaginativo es mucho mayor en la composición. Simultanear la afluencia de la intuición y la inspiración con la claridad y agudeza intelectuales, requiere disciplina de pensamiento, práctica, y una actitud interior que hay que nutrir y mantener viva conscientemente. La creatividad es un terreno para mí fascinante, al que le he dedicado mucha búsqueda autodidacta. Es con los años, que he conseguido agrandar ese espacio en mí, en el que voy poco a poco picando, como en una mina, y en la que cada pequeño descubrimiento me satisface enormemente.

Ahora se encuentra componiendo una pieza por encargo que tiene fecha de estreno en los estados Unidos.

Así es. Estoy componiendo una obra orquestal que se estrenará el año que viene en los Estados Unidos, desde mi residencia en Suiza.

Beethoven afirmaba que la música es una revelación más alta que la misma filosofía. ¿Comparte esta reflexión?

El arte, en general, es la expresión sutil y elevada de la condición del ser humano. La música clásica es el arte más sublime, en mi opinión. Es filosofía pura, meditación, diálogo con el universo.

Su creatividad no se limita a las partituras, también ha publicado poemarios y además dibuja y pinta: una humanista.

Me identifico con el concepto del humanismo. El arte como sabiduría y filosofía de la existencia, como regalo a la humanidad.