El historiador Tim Snyder cuenta en su último e imprescindible libro, El camino hacia la no libertad, que la demolición de la verdad es uno de los elementos esenciales en el proceso de destrucción democrática que vive Occidente a lo largo de esta década. Putin y Trump, maestro y aprendiz de la guerra mundial desatada para acabar con el estado del bienestar a la manera de la UE y reemplazarlo por una cleptocracia autoritaria a la rusa, repiten constantemente que mienten todos los que osan cuestionarlos. Si todos mienten, no hay verdad. Su último objetivo es acabar con la fiable referencia que aporta los hechos incontrovertibles, así ya sólo quedará como norte la voluble voluntad del líder autoritario.

La lucha contra el exterminio de la verdad es, por tanto, una de las grandes batallas a librar en este arranque de siglo digitalizado, donde las pantallas nos enseñan que cada día nos va a resultar más difícil diferenciar verdad de mentira. Porque los píxeles permiten construir un mundo ficticio pero de apariencia más real que el existente en los siglos del hombre analógico.

La multinacional Nvidia, líder en visualización computacional, ha presentado un programa de inteligencia artificial que genera automáticamente rostros hiperrealistas de personas que no existen. Sobre la base de 70.000 fotos de famosos, la máquina genera nuevas caras, falsas pero de apariencia extraordinaramente verdadera. Una de las aplicaciones de este desarrollo puede ser la industria del cine, la publicidad o los videojuegos. Pocos seres humanos son tan habilidosos como para generar rostros hiperrealistas de humanos imaginarios: las caras son caras de producir. Olviden aquello que les contaron: el rostro es el espejo del alma. Pronto habrá millones de seres humanos que nunca existieron ni existirán pero que nos hablarán, nos aconsejarán, nos seducirán con sus likes y tratarán de que les compremos algo. La tecnología, como ya vimos con las redes sociales, está abaratando extraordinariamente la producción de la mentira. Y, por tanto, encareciendo la verdad.