Al joven artista tinerfeño Alejandro Correa (Santa Cruz de Tenerife, 1984) le atrae la sencillez y la simpleza a la hora de pintar, proceso que realiza desde una posición totalmente existencialista, producto de la experiencia inmediata que vive ante el lienzo.

El resultado de ese actitud vital se puede contemplar en la colección que presenta, hasta el próximo 16 de marzo, en la galería Artizar de La Laguna, donde reúne una veintena de piezas de diversos formatos, incluso ovalado, con el título DUM (mientras en latín).

Los motivos plasmados en los lienzos, pintados con acrílico, son un conjunto de paisajes mentales que pueden recordar el cosmos, atmósferas creadas con infinidad de puntos de colores conseguidos mediante el "dripping", técnica del goteo que universalizó Jackson Pollock, uno de los autores de referencia de Correa.

La anterior serie que presentó en la misma sala hace tres años, "Horizontes", era más figurativa que la actual. Se veían paisajes más claros, árboles y seres humanos. Jugaba con esa línea difusa existente entre el cielo y la tierra.

"Mi obra más que una abstracción sin más es un paisaje. Me gusta la simpleza, es un punto extraño, no el automatismo, pero quiero mantener la cabeza limpia, vacía, sin muchos procesos racionales. Es como un gesto visceral con un hambre místico", reconoció.

Las últimas "conversaciones" que ha mantenido este creador con los cuadros han estado marcadas por una motivación a la que ha sacado partido, pero siempre con la naturaleza como fondo.

"Esta obra quizás es un poco más existencialista que la anterior, juego con la propia materia, las texturas, que son visuales, están representadas. No estoy trabajando con la textura real, física. Al principio era un paisaje medianamente claro, un horizonte, y ahora tanto macro como micro, pueden ser espacios microscópicos. Planteo mi trabajo de manera involuntaria, no muy premeditada, va un poco saliendo. Lo que te puedo decir seguro es que el existencialismo está en la obra, en el paisaje".

Los cuadros de Correa se pueden observar tanto de cerca como a distancia, es como un juego en el que la retina "construye" nebulosas, constelaciones, un cosmos que depende de la imaginación de cada espectador. "Sí es cierto que hay algunas obras en las que se pueden ver reflejadas una constelación, el espacio. Cada uno puede interpretar lo que quiera porque no lo hago con un fin marcado".

El autor disfruta con la materia, con la pintura que utiliza capa a capa hasta conseguir ese equilibrio que le indica que el cuadro está terminado. Un diálogo que ha titulado "DUM", que evoluciona y se encuentra en el infinito mundo existente entre la figuración y la abstracción.

"Creo que voy a estar yendo y viniendo entre la figuración y la abstracción. Me da la impresión, porque me interesa mucho. Me gusta mucho el dibujo, pero no lo practico, pero es un estímulo interesante y sé que lo voy a hacer, me lo pide ya el cuerpo, pero por ahora no. Sé que con el tiempo voy a dedicar más energía a algo figurativo".

Este amante de la simpleza en la pintura ha elegido el acrílico como materia prima de su trabajo actual, aunque no descarta echar mano del óleo en próximas series. Por el momento no se lo pide la obra en la que está embarcado.

Con respecto al color se declara enemigo del exceso cromático en su paleta. "Siempre voy a por colores un poco neutros. Tengo una paleta medianamente reducida. Tiro de los primarios, pero suelo envejecerlos con ocres, enfriarlos con azules, o llevarlos con el blanco a un poquito más de suavidad".