Nacho Vegas (Xixón -escrito así por expreso deseo del cantante-, 1974) no tiene pelos en la lengua. Dice lo que piensa sin tapujos. Hacía cuatro años que no sacaba al mercado un disco y hace unos meses lanzó un doble disco, Violética, integrado por 18 canciones. Un diáfano ejemplo de que va a contracorriente de la industria musical. Comprometido socialmente, sus nuevas canciones abordan la lucha obrera, la inmigración o reivindican la figura de Aída de la Fuente. El próximo 29 de marzo actuará en el Monopol Music Festival, en Las Palmas.

Recientemente ha protagonizado la película Cantares de una revolución. ¿La revolución es una utopía?

Creo que no. En 1934 hubo una revolución en 1934 en Asturias, que fue sofocada por los fascistas. Hoy día vivimos la revolución neoliberal, que no derrama sangre pero que genera injusticias como gente desahuciada y con deudas de por vida. Por eso necesitamos una revolución democrática y contrahegemónica.

También aparece en el documental Luz de agosto en Xixón. ¿Cómo ha cambiado Gijón en los últimos años?

Empecé a tocar música en los 90 y fueron unos años muy duros. Por un lado, se vivió una efervescencia cultural con los primeros grupos indies. Por otro lado, vivimos cómo cerraban los astilleros o cómo se desmantelaba la casa sindical. Todas estas derrotas acabaron con mucho tejido laboral y social, produciendo un vacío cultural. Mucha gente de mi generación se vio forzada a emigrar. Xixón es una ciudad herida. Los que la amamos tenemos que intentar rescatarla.

Violética alude a Violeta Parra. ¿Qué influencia ha tenido en su universo sonoro esta cantautora chilena?

En los últimos años me he imbuido de su música. Para mí es uno de los grandes referentes de la música popular universal a la altura de Elvis Presley, Chavela Vargas o Bob Dylan. Me interesa su forma de entender la música folclórica y de expresar diferentes sensibilidades. Ella intentaba ser una costurera que cogía retales de canciones que iba escuchando en los pueblos, los cosía y se los devolvía al pueblo. Cantaba siempre desde el desgarro vital. Sus canciones siguen siendo vanguardistas y se han convertido en influencia para toda una generación.

¿Este disco de 90 minutos y 18 canciones es una respuesta a esa gente que dice que ya no escucha discos completos?

Tampoco lo plantee así. Me da un poco de rabia cuando se dice que la gente ya no tiene tiempo para escuchar discos enteros. Soy consciente de que han cambiado los hábitos de consumo y de que la música se escucha mayoritariamente en plataformas digitales a través de playlists. En mi caso, he crecido con el álbum como una unidad. Lo hago como un medio para intentar ordenar mi repertorio y darme cuenta de qué tienen en común las canciones que escribo. Se puede seguir haciendo discos conceptuales, El mal querer, de Rosalía, es un ejemplo.

Violética se abre con el tema El corazón helado, musicando un poema de los hermanos Caxigal (dos maquis de la posguerra), en el que se dice: "Si es que al nacer y al morir somos todos iguales, ¿para qué dejar vivir a fascistas criminales?". ¿Este es su disco más activista y reivindicativo?

La música en general es permeable al mundo que le ha tocado vivir. Escribir una canción tiene que ser algo que te salga de las entrañas, siempre tiene que haber algo emocional. En mis canciones se refleja tanto un componente político como otro emocional. El corazón helado habla de la dureza de la vida que llevaron los hermanos Caxigal, escondidos en el monte, huyendo del fascismo. Tristemente, actualmente existe un fascismo social que está penetrando en las distintas capas de la sociedad, y que tenemos que combatir.

En Crímenes cantados hace alusión a dos personas fallecidas en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). ¿Por qué le interesa este tema?

El racismo institucional es una vergüenza en un país que se quiere llamar a sí mismo democrático. Los CIE son cárceles encubiertas donde la gente está presa por ser solo emigrantes y donde se vulneran todo tipo de derechos. Hay 7 CIE abiertos y se proyectan abrir 4 más. Intento visibilizar que exista algo tan aberrante en España.

En Bajo el puente de L''Ara se caga en Dios. ¿No teme correr la misma suerte que Willy Toledo?

Ni lo había pensado. La represión está llegando a niveles tan absurdos como que se persiga algo tan castizo como cagarse en Dios. Las recientes sentencias a músicos son ejemplarizantes para intentar disuadir a la gente de expresarse de esa manera. La música tiene que ser un espacio de libertad que no debería ser juzgada por el poder.

En Ideología se plantea: ¿quién es el ideólogo de la marca Dios?

Son ese tipo de preguntas que se lanzan en las canciones y que no tienen respuesta. El tema habla del individualismo, del consumismo posesivo. Soy ateo, pero uno de los pocos lugares donde te puedes reunir y donde no medie el mercado es en una iglesia. Nadie puede crear la marca Dios.

Su música suele ser parsimoniosa, pero aquí se ha atrevido incluso con una cumbia (Todos contra el cielo). ¿Por qué decidió incluir este tema bailable?

En este disco he intentado tocar diferentes palos musicales. Por ejemplo, Discreción es una especie de balada country. Estos últimos años he viajado mucho por Latinoamérica y he escuchado mucha cumbia, que en cada país es diferente, pero que están conectadas. Por eso me atreví a incluir una en Violética.

¿Por qué reivindica la figura de Aída de la Fuente?

En Asturias es muy conocida. Su historia ha sido muy cantada, se ha convertido en un icono revolucionario, ya que dejó los estudios para coger el fusil y participar en la revolución de 1934. Fue asesinada. Me apetecía recoger esa tradición y dar a conocer su historia fuera de Asturias.