Hace días que no queda ni una sola entrada para los dos conciertos que la Film Symphony Orchestra ofrecerá hoy y mañana, a las 19:00 y a las 19:30 horas, en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. La música de John Williams será protagonista de la segunda visita de los componentes de la FSO a la Isla. El valenciano Constantino Martínez-Ortz (1977) es el impulsor de un proyecto que no para de recibir elogios. "Hay muy pocos ejemplos sinfónicos en el mundo que se muevan tanto como la FSO", asegura el compositor y director de orquesta que propone un viaje multisensorial por las partituras de El Mundo Perdido, El violinista sobre el tejado, La lista de Schindler, Parque Jurásico, Nacido el 4 de julio o Encuentros en la Tercera Fase.

Auditorio de Tenerife, público y música de cine: las ventas indican que se trata de una combinación perfecta, ¿no?

Venimos a hacer lo que mejor sabemos hacer, que es música de cine... El año pasado ya sentimos el cariño del público y todo parece indicar que hoy y mañana va a ocurrir lo mismo. Las entradas están agotadas; ahora nos toca a nosotros proporcionar un instante de entretenimiento y felicidad a las personas que han confiado en la Film Symphony Orchestra.

¿Hay alguna explicación lógica a los continuos sold out que se registran en los conciertos de la FSO?

Es muy difícil destacar solo una cuestión. El feeling que se crea con los espectadores viene dado por un cúmulo de circunstancias; el secreto del éxito no tiene una sola explicación. Hemos querido ser muy justos con la obra de John Williams, pero sabemos que falta algún título. Los que hayan decidido venir al Auditorio van a oír la música de Tiburón, Indiana Jones o Star Wars, pero, a su vez, escucharán otras composiciones que se van a intercalar en las más de cinco horas de concierto que están programadas para los dos días.

¿Hay margen para la sorpresa?

Seguro... En cada concierto le dedicamos algo más de media hora a las partituras más famosas, el resto lo completamos con otras que no son tan populares, pero igualmente conocidas, y una tercera cuota en la que están las más desconocidas. Ahí se incluyen composiciones de The Cowboys, JFK, Hook o Las Brujas de Eastwick.

¿Qué es lo más complicado a la hora de buscar un equilibrio a la hora de elegir un repertorio?

El término educar puede sonar un poco fuerte, aunque de alguna manera eso es lo que hacemos en el momento en el que damos a conocer una de esas joyitas. Hay partituras como Las Cenizas de Ángela, Lincoln o La Terminal que se interpretan muy poco, pero forman parte del patrimonio creativo de Williams.

¿Qué porcentaje de John Williams se apodera de un director como usted cada vez que interpreta uno de estos tributos?

Algo sí que se queda (silencio)... Sobre todo, cuando ha sido uno de mis referentes musicales en un periodo muy amplio e importante de mi vida. Antes de que las obras lleguen a los espectadores, yo debo transmitir a los músicos el respeto y el valor real que estas composiciones se merecen. La música de cine ha estado considerada durante muchísimos años como un género menor, siempre por debajo de la clásica. El público valora que a estas obras le demos el mismo cariño que a una partitura clásica. Poder estar al frente de estas creaciones es un auténtico regalo.

¿Por qué la música de cine se ha convertido en una de las grandes preferencias de la audiencia?

Igual le puedo resultar un poco pedante, pero me voy a arriesgar. ¿Qué ha pasado? Que ha nacido la Film Symphony Oschestra para darle visibilidad a un género que, a su vez, ha sabido crecer a través de proyectos como el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife. Fimucité ha hecho una gran labor por la música de cine. Dignificar este género es un acto de justicia, aunque también un ejercicio de valentía que no todos están dispuestos a asumir. El cine y las series de televisión son un espectáculo de masas; su papel es tan importante como el que jugó en el pasado la ópera.

Usted, Alberto Iglesias, Lucas Vidal, Roque Baños... La lista de directores españoles de música de cine no para de crecer. ¿A qué se debe ese crecimiento, dentro y fuera de nuestras fronteras?

Eso es una realidad que debemos destacar. Nunca hemos sido malos, pero no es menos cierto que nos hemos quitado unos cuantos complejos y clichés de encima... Esos corsés antiguos que se quedaron arraigados durante mucho tiempo, y que a veces yo no consigo entender cómo es posible que sigan vivos, están cayendo en favor de los nuevos creadores: el riesgo es un elemento clave en todas las revoluciones. Romper un muro a través de un director de orquesta que se convierte en un maestro de ceremonias algunos lo entienden como una especie de sacrilegio, pero el público que ve el directo de la FSO es inteligente y sabe que este progreso es necesario. Yo me he quitado el frac para vestirme de una forma más cinematográfica. Eso, que puede ser una tontería, es mi gran armadura.

¿Progreso y ganas de pasárselo bien?

Divertirse es un valor añadido a esta orquesta. Si alguien no se lo quiere pasar bien, este no es su sitio. A la Film Symphony Orchestra no se viene a sufrir. Igual nos damos con una pared dentro de unos años, pero la apuesta por dar algo distinto ya es una recompensa. Viajar de un lado para otro también es un premio: Hay pocos ejemplos sinfónicos en el mundo que se muevan tanto como la FSO