Ramón Lluís Bande (Gijón, 1972) ha dedicado su trayectoria cinematográfica a recuperar la historia sepultada de su Asturias natal a través de filmes como "El paisano", "Aquí y en otro tiempo" o "Escoreu, 24 de diciembre de 1937". Su último documental, "Cantares de una revolución", que acaba de ganar el premio de la Diputación de Guipúzcoa en el Festival Dock of The Bay de San Sebastián, se adentra en un desconocido episodio de 1934, para lo cual emplea al músico Nacho Vegas como hilo conductor.

Ha filmado varios de los videoclips de Nacho Vegas. Supongo que ahí surgió la idea de rodar el documental "Cantares de una revolución".

"La colaboración entre Nacho y yo empezó hace muchos años. Grabamos dos discos juntos, Diario I y Diario II. Después, en 2002 rodamos El Fulgor, que muestra el proceso creativo de una canción. A partir de ahí nos hemos encontrado periódicamente. Ahora llegamos a esta nueva colaboración, que es parte de un camino".

Usted ha dicho: "Detrás de toda película hay un planteamiento ideológico". ¿Cuál es el de "Cantares de una revolución"?

"Esta película nace como una celebración de la revolución y como una reivindicación de que hay que seguir creyendo que la revolución es posible y no conformarse en la resignación cínica a la que nos lleva el sistema neoliberal. El cine puede aportar discursos contra hegemónicos sobre partes de nuestra historia que estar sin contar o están mal contadas".

¿Qué pasó en Asturias en 1934?

"En Asturias, el 5 de octubre de 1934 surgió una revolución, un levantamiento armado de los obreros y campesinos, que duró quince días, durante los cuales se hicieron ensayos de otro sistema económico posible. Se abolieron el dinero y la propiedad privada. Se probó otro sistema más respetuoso con la clases populares".

¿Cuál es el papel de Nacho Vegas en el filme?

"Su intervención va mucho más allá de que componga la banda sonora. Él centraliza la película. El dispositivo fílmico consiste en que Nacho visita espacios que fueron importantes para la revolución y en cada uno de ellos reinterpreta una canción popular, muchas de ellas compuestas por los propios revolucionarios. También es el narrador de la película, haciendo uso de las palabras de Belarmino Tomás, presidente del Tercer Comité Revolucionario".

La película se estrenó en el Festival de Gijón, se acaba de proyectar en el Dock of the Bay. ¿Es un filme que solo se va a ver en festivales de cine?

"Los festivales de cine suelen ser los espacio naturales para este tipo de propuestas cinematográficas. Mis películas han encontrado en los festivales de cine su ecosistema. Cantares de una revolución viajará próximamente a Argentina y a Uruguay. También se verá en salas del circuito cultural. En febrero se verá en Cineteca de Madrid; en marzo, en los cines Numax de Santiago de Compostela? Se está creando un red paralela a la distribución comercial que acoge bien este tipo de cine y existe una relación más directa con el espectador".

La reciente "Luz de agosto en Gijón", de Alejandro Nafria, ahonda en la figura de Nacho Vegas. ¿Qué punto de vista ofrece?

"Esta película se construye a través de unos encuentros de Nacho con una serie de amigos, entre los que me encuentro, en los que reflexionamos en cómo cambió la ciudad de Gijón en los últimos años".

¿Por qué ha escogido el documental como medio de expresión?

"Llegué a él de manera natural y encontré un espacio cinematográfico que me aporta herramientas para acercarme a la historia olvidada de Asturias. Llegué a un momento en el que consideré que la ficción cinematográfica había fracasado. Sin embargo, se abrió el terreno de lo real, un espacio que me permite llegar a sitios a los que no podía llegar desde la ficción".

¿Sus documentales son intervencionistas o simplemente observacionales?

"Siempre hay una intervención. Lo que acabas filmando es tu mirada de la realidad. Dejando esto claro, hasta ahora mis documentales han sido poco intervencionistas. Cantares de una revolución es una película más construida porque he escogido un protagonista y empleado muchos mecanismos de la puesta en escena de la ficción".

Uno de sus temas más recurrentes es cómo afectó la Guerra Civil española y la represión franquista en Asturias. ¿Por qué?

"Porque es una historia que estaba sin contar. La Guerra Civil y el franquismo en Asturias tuvieron su propia idiosincrasia y no se puede contar como nota a pie de página como de otra historia mayor. Le dediqué varios filmes a la guerrilla asturiana porque me parecía escandaloso que el poder oficial hubiera borrado su rastro. Me parecía que era mi obligación recuperar sus nombres y su historia siguiendo la máxima de Patricio Guzmán: Un país sin documental es como una familia sin álbum de fotos".

¿Cuál es para usted la identidad asturiana?

"La identidad asturiana ahora mismo está en desaparición. En el siglo XX la identidad asturiana estuvo fuertemente vinculada a la identidad de clase. La clase obrera asturiana era el sujeto político que hacía que se construyera la nación. La última expresión de la identidad asturiana la representa el proletariado mixto, proletarios que trabajaban en la mina y que seguían teniendo huertos y animales. Existe una herencia crepuscular. El bable está muy vivo en las zonas rurales y ahora vuelve a estar en la agenda política, pero creo que llega tarde ".