Es una persona de natural afable (los ojos son el espejo del alma) y siendo palmero manifiesta ese entronque antiguo que siempre ha mantenido aquella Isla con la cultura centroeuropea. Tal condición asoma en ciertos gestos de tradición calvinista, en esa inquebrantable fe reformada hacia la música, acompasada con un carácter metódico y paciente.

Jorge Perdigón, tenor palmero que como universitario transitó de tuno por las calles de La Laguna, se formó en la Escuela Superior de Canto de Friburgo (Alemania) y desarrolló su carrera musical desde 1986 hasta 2011. Con tono ya abaritonado, y tras coordinar dos ediciones del Festival Internacional de Música de La Palma, en noviembre de 2018 fue "reclutado" por el Gobierno de Canarias para poner "orden y concierto" en el Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC).

Después de haber cumplido su año de transición, ¿se puede decir que el programa de esta edición sí está hecho a su mano?

Diría que la programación del 2019 es la idea y la visión que yo tengo de lo que debe ser un festival de música con los medios que tenemos. Hemos sido muy afortunados para haber llegado en un momento en el que no contábamos con las posibilidades que te procura el tiempo para contratar aquello que queríamos. Sin embargo, en el mercado todavía había opciones y pudimos manejar propuestas interesantes.

¿Pero el compás no es corto?

No es habitual trabajar con el horizonte de un solo año. Mi dirección comenzó el 27 de noviembre de 2018 y estuvo más orientada a preparar la ejecución de la anterior edición. Desde ese momento ya empezamos a trabajar de cara al 2019, en la idea de no perder las oportunidades de lo que todavía teníamos sobre la mesa.

¿Y está satisfecho?

Sí, con mucho trabajo, sin duda, y también con fortuna, se ha podido cerrar una programación digna. Siempre es complicado encontrar el encaje de un concierto con otro o bien te encuentras con el inconveniente de que en la misma fecha coinciden dos grandes agrupaciones o solistas y debes decidirte por uno u otro. Planificando con dos o tres años de antelación siempre resulta más sencillo, pero de cualquier manera hemos tenido suerte y considero que la programación deja entrever nuestra particular visión.

El programa mezcla momentos muy épicos con otros nostálgicos, el virtuosismo individual con el talento del conjunto.

Efectivamente. Creo que al festival todavía le falta algo, pero no solo a este. Y eso contando con la aportación que supone un montaje como el de "La ruta de la esclavitud", una historia totalmente diferente a las que se han presentado hasta ahora; la despedida de una virtuosa del piano como María Joao Pires, quizá la solista que más veces ha intervenido en nuestro festival, con lo que un buen aficionado a esta cita habrá podido disfrutar de treinta años de su carrera. Y lo importante que supone poder despedir a una de las grandes damas del piano.

Y con ella Martha Argerich.

Diría que vamos a deleitarnos con las interpretaciones de las que posiblemente sean las dos grandes pianistas de los últimos cincuenta años.

Hay nombres de orquestas que llaman la atención.

Está la Filarmónica de San Petersburgo, que vuelve después de cinco años y lo hace bajo la batuta de Yuri Temirkanov. Pero hemos querido crear una expectativa y un cierto contrapeso contratando a George Li, de 22 años, jugando así con la fusión entre un maestro consolidado, que se deberá amoldar a la nueva lectura de un joven pianista enormemente exitoso. Eso crea una cierta tensión en el concierto que creo debemos fomentar para generar la necesaria chispa. O la Filarmónica de Hamburgo, descendiente de otras formaciones del siglo XVII, cargada de tradición, y que es recibida en América, Asia o Europa con la misma expectación que la Filarmónica de Viena o la de Berlín. Nunca hasta ahora habían estado en el Festival y fue una de nuestras principales apuestas, junto con "Las Rutas de la Esclavitud, 1444-1888", el enorme y fantástico proyecto de Jordi Savall.

También figura un director de la altura de Kent Nagano.

Es uno de los maestros que más relevancia ha logrado y no por su forma de dirigir, sino por lo que consigue. Es sobrio y no destaca por su plasticidad, pero son los resultados que obtiene de la orquesta los que lo han elevado a la máxima categoría.

Y las dos grandes formaciones de Canarias, que abrirán el festival al compás de la lírica.

Van a interpretar "Ariadne auf Naxos", a mi juicio una de las óperas más bellas del repertorio alemán, que jamás hasta ahora se ha hecho en Tenerife. Además, entre los diez roles principales, cinco serán canarios. Estamos intentando traer a músicos isleños que estén fuera de las Islas para que puedan mostrar lo que están haciendo.

Hay auténticas perlas, como el Cuarteto Quiroga.

Es, sin duda, uno de los conjuntos más interesantes que existen hoy en día en Europa. El hecho de que este mismo año hayan sido reconocidos con el Premio Nacional de Música acentúa lo que muchos ya conocíamos sobre ellos y representa un espaldarazo para la programación. Por suerte, los contratamos en el mes de febrero, antes de ser galardonados, y su respuesta fue maravillosa, al considerar que puede ser la única oportunidad que tengan de conocer las ocho islas. Y, bueno, estar junto a Martha Argerich va a resultar muy emocionante.

¿Cómo se ha escrito la partitura del festival en cuanto a épocas, tiempos y estilos?

Creo que más de la mitad de las formaciones ofrecen un programa contemporáneo. También entramos en la música barroca, entre otras con una orquesta de Tenerife; contamos con Jordi Savall, que ha entendido la música antigua desde hace muchas décadas; el London Conchord Ensemble, liderado por el clarinetista Maximiliano Martín, nacido en La Orotava, o la orquesta de Cámara de Minsk. Como excepciones, la Filarmónica de San Petersburgo o la de Hamburgo, además del "Réquiem" de Verdi. De cara al próximo año pretendemos diseñar un programa que esté orientado hacia la segunda mitad del siglo XX con la presencia de grandes formaciones orquestales.

Y el festival trae regalos, como el incremento de la subvención por parte del Estado.

Por suerte, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (Inaem) ha doblado la partida de patrocinio y, sobre todo, volvemos a recuperar la responsabilidad económica por parte del sector privado. Si bien hace unos años no se había logrado contar con el apoyo económico por parte de las empresas, para 2019 ya hemos alcanzando casi un 7% del presupuesto, que junto a los ingresos por venta en taquilla y abonos se aproxima a lo que debería ser el ideal: un 60% de coste público y un 40% privado. Creo que esa sería la proporción correcta.

También está latente el factor del estado de ánimo del público.

Se ha sentido en la venta de abonos, que se ha incrementado, y puedo asegurar que estamos volviendo a valores de ediciones de hace cuatro o cinco años. No es fácil, porque el festival siempre ha tenido el sambenito de elitista, una mentalidad que intentamos cambiar. Esta es una posibilidad diferente; ofrecemos a la ciudadanía un tipo de arte, de cultura, y lo de elitista hace tiempo que en países de nuestro entorno es algo superado. Estamos ajustando el precio de las entradas en un 5% y el próximo año continuaremos esta tendencia hasta que lleguemos al límite que nos permita mantener el equilibrio del presupuesto.

Cuando Jorge Perdigón entra en contacto con los agentes y les propone participar en el Festival de Música de Canarias, ¿cuál suele ser la respuesta?

La respuesta siempre es positiva, porque hablamos de negocios y nadie, al menos de entrada, dice que no. El nudo gordiano está en llegar a la firma definitiva de los compromisos, que en el caso de esta edición han durado en ocasiones hasta nueve meses. Como en cualquier otro tipo de contrataciones, se abre el diálogo, se corta, tres semanas después se retoma... Al final se llega a un acuerdo. Yo tengo la suerte de estar sujeto a un presupuesto del que no me puedo salir y también he tenido la fortuna de que hayan sido los mánagers y las propias formaciones las que se hayan acercado a nosotros. Por eso, con casi el mismo presupuesto público que el año pasado hemos podido programar más.

¿Se ve apretado entre las líneas del pentagrama, se siente obligado a contentar a todos los gustos?

Eso es algo implícito a cualquier festival. Se tienen que ofrecer alternativas, diferentes formaciones y también todo tipo de ideas sobre cómo entender la música, que pueden gustar más a un grupo de personas que a otras. Pero estamos hablando de arte y desde el momento en el que empiezan a sucederse las críticas, las dudas y las discusiones lo bueno es que surjan desde la sensibilidad.

El bagaje del pasado año, con esa melodía final que sonó a paz social, le habrá resultado satisfactorio, quizá tanto como el silencio, ¿no?

Sí, y sobre todo porque el año pasado afrontaba hasta tres festivales en uno: el del 2018, pero al mismo tiempo afinando las dudas y preguntas sobre el 2017 y con la vista puesta en el 2019. El público entendió que aquello fue no un momento de transición, sino un compás de espera para desembocar en este año y ver qué es lo que puede dar de sí.

Y entonando notas del 2020.

He podido esbozar algo, pero ni siquiera eso. Ya tengo nombres de algunas formaciones con las que podemos contar para el año que viene y quedan otras, solistas, programaciones interesantes... Pero el festival del 2019 está consumiendo el 90% de nuestra energía y espero que a finales de diciembre, cuando todo se vaya encaminando, pueda sacarle tiempo al tiempo para concretar cosas.

El 35 Festival de Música de Canarias se inaugura en Tenerife el jueves, 10 de enero, a las 20:00 horas, en el Auditorio de Tenerife, con la ópera en concierto "Ariadne auf Naxos" (versión 1916), de Richard Strauss, a cargo de la Sinfónica de Tenerife. Será el primero de los once conciertos que ofrecerá el FIMC en Tenerife, donde además del Auditorio, la programación se extiende a los teatros Guimerá y Leal de La Laguna, así como al Conservatorio Superior de Música de Canarias.

Los siguientes conciertos tendrán como protagonista a María Joao Pires (viernes 11, Guimerá), Filarmónica de Cámara de Bremen (miércoles 16, Auditorio); Filarmónica de Gran Canari, con el "Requiem" de Verdi (sábado 19, Auditorio); la pianista Martha Argerich con Cuarteto Quiroga (martes 22, Auditorio); la Filarmónica Estatal de Hamburgo (sábado 26, Auditorio); Quantum Ensemble (lunes 28, Conservatorio) y la Orquesta de Cadaqués (miércoles 30, Auditorio).

En febrero, la programación ofrece a la Orquesta de Cámara Filarmónica de Minsk (sábado 2, Leal); Filarmónica de San Petersburgo (miércoles 6, Auditorio) y Jordi Savall con la Orquesta Hespèrion XXI (sábado 9, Auditorio), con el concierto de clausura "Las Rutas de la Esclavitud, 1444-1888".

Sobre el divismo

Sobre si la gente de la música clásica responde al perfil de divos, Perdigón sostiene que "los grandes, grandes, no tienen la necesidad de mostrarse de esa manera; simplemente buscan la normalidad: son ellos mismos". Pero descendiendo en la escala, también reconoce que existe otro tipo de músicos, sin tanta altura, "que precisan manifestar notoriedad". Pero asegura que "normalmente son personas extraordinarias, con maneras de ser fantásticas, que viven estresadas, claro, y es algo que se percibe. No es la vida habitual y en nada se parece a la del resto de los mortales; están viajando constantemente y se presentan ante auditorios de miles de personas y también al juicio de los críticos que están buscando un posible error", Y, precisamente, destaca el director del FIMC que ese análisis por parte de los auditores musicales se refleja en "unos resultados que se publican y que además crean opinión".

En clave autocrítica

De su experiencia como cantante explica que "solo trabajando mucho y aprendiendo sin descanso se puede salir adelante". Las funciones que más lo hacían trabajar eran aquellas en las que había algo que no funcionaba "y con la dirección del festival sucede lo mismo. Mi vida ha estado dedicada al estudio, antes como intérprete y ahora en el rol de gestor".