La Scala de Milán, para muchos la mejor ópera del mundo, es ya el centro de la vida cultural italiana y pocos en la ciudad quieren perderse la apertura de la temporada, la ''Prima'', desde la burguesía o la clase política hasta sindicatos que aprovechan para protestar.

El teatro milanés estrenó este viernes su temporada lírica con la representación de "Attila", una obra de juventud de Giuseppe Verdi dirigida por la batuta de Riccardo Chailly y en la que debuta la soprano española Saioa Hernández en el papel de Odabella.

Este año, según explican fuentes de la organización, se han vendido todas las entradas, más de dos mil, a pesar del elevado precio de las mismas, que oscila entre los quinientos euros en el palco hasta los tres mil en la codiciada platea (de 567 a 3.400 dólares).

La ópera, como es habitual, ha ofertado 140 puestos en la logia superior del teatro a un precio mucho más reducido, cincuenta euros (56 dólares), y para los que hasta esta misma tarde hacían fila decenas de personas en la calle, pese al frío que se respira en la ciudad.

Se trata de los conocidos como ''Loggionisti'', auténticos apasionados del bel canto que acuden cada año para juzgar severamente las actuaciones, como le ocurrió en 2006 al tenor francés Roberto Alagna, que tuvo que abandonar en mitad de la función de "Aida" al ser abucheado. Nunca más volvió.

Son la cara más aguerrida de La Scala, pero no la única, pues la ''Prima'' -como se conoce a la representación de apertura de la temporada, que se celebra cada año el 7 de diciembre, día del patrón de la ciudad, San Ambrosio-, reúne a la alta burguesía, la aristocracia y la clase política con ganas de dejarse ver en un evento de esta magnitud.

En su interior el edificio, a dos pasos del Duomo, luce en todo su esplendor, con sus palcos dorados y su gran telón rojo con el escudo de la Casa Saboya, y sus pasillos son un ir y venir de elegancia, con mujeres enjoyadas y ataviadas con largos vestidos y los hombres en esmoquin negro y, por lo general, pajarita.

Por primera vez desde que asumiera el cargo, en 2015, asistirá el jefe del Estado, Sergio Mattarella, acudirán además algunos ministros del nuevo Gobierno, que juró el pasado junio, aunque no lo hará el vicepresidente y milanés Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga.

El presidente de la República se sentará en el palco real, toda una contradicción institucional, y la balconada en esta ocasión ha sido decorada con flores naranjas y rojas y en el recibidor se ha colocado un gran árbol de Navidad.

Se trata de una jornada de fiesta en Milán y mientras en el interior de La Scala se preparan para asistir al evento cultural más importante de la ciudad, en la plaza ante el teatro milanés algunas decenas de italianos protestan con el lanzamiento de petardos, música a todo volumen y pancartas contra Salvini y su controvertida ley sobre seguridad e inmigración.

Así, en la inauguración se pueden constatar dos realidades: la de la burguesía y gente de poder italiana y la de los trabajadores que acuden para gritar sus reivindicaciones, las que toquen.

Por esa razón los niveles de seguridad se han mantenido elevados durante toda la jornada, con el despliegue de cientos de agentes de policía en los aledaños del coliseo, decorados ya ante la inminencia de las fiestas navideñas.

En cualquier Milán rezuma ópera y la idea es trasladar la música a todos los rincones de la ciudad.

Para ello el estreno de "Attila" podrá seguirse por el canal de la televisión pública RAI, así como en la gran pantalla en diversos cines de todo el país, e incluso en la cárcel milanesa de San Vittore, donde podrán disfrutar de la lírica 50 reclusos y 110 invitados.

Pero también en los antiguos cafés milaneses o en algunas de las pantallas que han sido instaladas en el centro de la capital lombarda, incluso en el aeropuerto de Malpensa.

Una vez haya concluido el espectáculo, se ha organizado una cena de gala para quinientos comensales que tendrá lugar en la exclusiva asociación de la "Società del Giardino", uno de las más antiguas del mundo, fundada en 1783, y conocido por su club de esgrima.

Este año el menú fue encargado al chef Daniel Canzian, uno de los discípulos de Gualtiero Marchesi, padre de la cocina moderna italiana y fallecido el pasado año.

Su alumno deleitará a los invitados con una carta inspirada en la gastronomía italiana y centroeuropea para representar la lucha de Atila contra las legiones romanas en su conquista de la península.