Con una voz diáfana, suspendida, como en leve vuelo, rememora la gala de los últimos Premios Max. "Para mí fue una sorpresa; no me lo esperaba", dice, mientras repasa mental y emocionalmente aquella noche y cómo iban cayendo los galardones: uno, otro y otro más.

Cuando escuchaba su nombre y debía subir las escaleras hacia el escenario, confiesa que lo envolvía una sensación extraña: "Me gustó mucho que la danza se convirtiera en protagonista, porque estos premios están más enfocados hacia el teatro".

Daniel Abreu (La Matanza, Tenerife, 1976), Premio Nacional de Danza en 2014, se convirtió en el gran triunfador de la noche de los Max, aunque con un gesto de sencillez manifieste que "la gran triunfadora fue la danza". Y a continuación comenta: "Tenemos el sambenito de ser la cenicienta de las artes escénicas y ya es hora de cambiarlo. Llevo muchos años empeñado en eso y no es la hermana fea, es la hermana".

Se le abre ahora un periodo en lo personal y lo profesional que promete muchas cosas, ¿no?

Lo he repetido mucho, pero considero que es una consecuencia que la compañía surja en Tenerife, que sea el Cabildo, a través del Auditorio, quien haya creado la compañía Lava. Y con José Luis Rivero, que apoya la cultura en toda su extensión y sitúa la danza al mismo nivel que el resto de disciplinas escénicas. Lo lleva demostrando con proyectos como Tenerife Danza Lab y con la programación que ha impulsado, primero, desde su responsabilidad en el Auditorio y ahora en el cargo de director insular. Es un tío fantástico que ha sabido acoger y entender cuáles son nuestras necesidades.

Y Lava erupciona.

Sí, y con un equipo de bailarines seleccionados a través de concurso público, con un talento impresionante, entregados a la causa y con mucho amor. Además, tenemos la suerte de haber escogido para el estreno a dos equipos de coreógrafos con un enorme potencial internacional.

Una de las piezas que se representarán en el estreno de mañana, domingo, es "Bending the walls", de Fernando Hernando Magadán.

Él está muy ligado al Nederlands Dans Theatre, que es la casa de la danza a nivel mundial. Durante muchos años fue bailarín y coreógrafo invitado, pero precisamente cuando lo llamé y le pedí que idease una creación exclusiva para Lava, ya lo habían nombrado director de la compañía KorzoTheater y NDT. ¡Qué oportuno!

Y, por otro lado, el montaje "Beyond", de La Intrusa.

Recuerdo que en uno de mis primeros años en Madrid asistí a uno de sus espectáculos, en el Círculo de Bellas Artes, y me emocioné de tal manera que lloré por tanta belleza. Cuando me nombraron director artístico de Lava, en las primeras personas que pensé fue en Virginia García y Damián Muñoz. Los llamé y tuve la suerte de que, gracias a la disponibilidad de su calendario, me dieran el sí desde el primer momento. De hecho, ya me dicen que les debo otra. Estoy seguro de que el público va a disfrutar mucho.

¿Qué encierra el concepto lava con el que se ha bautizado a la compañía de danza?

Vivimos en tierras volcánicas y bajo este suelo que pisamos existe mucha actividad. Cuando la lava se hace presente, a través de las erupciones, saca a la superficie todo lo contenido en el interior. Pues haciendo un símil con la compañía, vamos a mostrar aquello que es inherente a la Isla, su capacidad de expresión, fuerza, sensibilidad y la belleza de poder ver mundos mayores desde espacios más pequeños. La lava es un elemento a partir del cual es posible construir, desde el que quizá la tierra se hace mayor y más presente. Es el origen. El nombre lo escogimos por una evidente cuestión de identidad, pero encierra tanto.

La compañía la integra un cuerpo de baile formado por seis intérpretes de los que tres de ellos tienen raíz canaria, una ocasión para descubrirlos.

Carmen Fumero es un nombre propio dentro de la escena, como también sucede con Javier Arozena o Samuel Déniz, todos con una proyección internacional desde sus propios trabajos y con otras compañías. Ahora vamos a poder apreciar su versatilidad y lo que les une, porque se han tenido que amoldar y adaptar a las direcciones de estos fantásticos coreógrafos. Y eso supone capacidad para transmitir las ideas de otros, de conectar con la audiencia y lograr que se manifieste el pensamiento, la emoción y la acción, de manera que despierten el movimiento en el patio de butacas.

Llama la atención que el debut de la compañía lo protagonicen otros coreógrafos.

Mi idea es invitar a muchos creadores, de repetir con los que ya hayan venido para dar una continuidad en cuanto a ideas, lenguajes y aperturas al mundo, pero también está mi presencia. Me considero más bailarín y coreógrafo, y esta posición de director artístico es diferente. Creo que era importante empezar de la mano de otros creadores, por una cuestión de calendario, pero existe la necesidad de contar desde muchos sitios. Tomaré las riendas en enero y la siguiente producción de la compañía ya llevará mi firma. Tengo muchas ganas de trabajar con los chicos. Pero es importante destacar que Lava se crea para dar salida a muchos lenguajes y yo, también aportaré el mío, estará el sello y la firma de Daniel Abreu, lo que implica para mí cambiar y crecer como coreógrafo, repartiendo y compartiendo mi esencia, pero desde otra mirada, mucho más orientada a una compañía cuajada de talento.

¿Qué sensaciones le provoca el hecho de regresar a la Isla?

La vuelta a casa es algo muy especial. Todas las obras que he creado siempre han mantenido una conexión con Canarias. Mi fuerza nace de aquí: de la contemplación de los paisajes, del contacto con la familia, del roce con el entorno social y geográfico que ha soportado mis trabajos. He salido como respuesta ante la necesidad de enriquecerme. Ahora, esta experiencia de Lava me cambia en algo, porque me obliga a abordar una doble tarea, de un lado institucional, pero como creador creo que tendré mucha más fuerza porque voy a estar aquí, creando para ellos.