Desde la composición del propio nombre ya se percibe el aliento del corazón. Mayma es un acrónimo que hace referencia, de una parte, al propietario del negocio, Manuel Alonso, seguido de la voz ma, dedicada a la memoria de su madre, ya fallecida.

Y acaso sea esta misma dualidad la que llevó a este emprendedor a dar vida a dos locales en el casco histórico de la ciudad de La Laguna: un restaurante, ubicado en la calle Alcalde Alonso Suárez Melián, antigua Capitán Brotons, la trasera del teatro Leal, y un espacio concebido como taberna o tasca, orientado al tapeo y los vinos, que se sitúa en la calle de San Agustín.

El restaurante se presenta a pie de calle, en apariencia como un pequeño local, pero una vez traspasado el umbral, ya en el interior, destaca su factura abierta y clara, una decoración sencilla y un ambiente discreto y agradable.

En los fogones oficia Gabriel Elias Barbarisi, chef formado en las prestigiosas escuelas de cocina Alma (Italia) y El Bulli, de Ferrán Adriá, que sin duda, pese a su juventud, aporta unas buenas dosis de creatividad a los platos.

Porque el producto y el sabor se mantienen como las esencias de una cocina ciertamente reconocible a primera vista, pero que en boca deja percibir ciertos guiños originales.

La ensaladilla de centollo y langostinos resulta, sencillamente, una tentación llegada desde la orilla, una composición equilibrada que permite saborear y distinguir ambos mariscos sin apabullar al paladar.

Paula presenta unos humildes mejillones al vapor con cava y jengibre y entonces estalla sobre la mesa un punto exótico, una mezcla de sabores y texturas diferentes que rebosan frescura (yo apostaría también por incorporar el cilantro).

Eso sí, acaso nadie deba despedirse de este local sin paladear las croquetas. Son una delicia, tanto por la hechura como por el sabor (como las de mi madre, ya sean de chorizo o las de rabo de toro.

La carta brinda otros gustosos platos: ceviche de rape y bogavante; canelones de txangurro; buñuelos de ternera sobre gelée agridulce a la mandarina con aire de vermut rojo; Tiradito de lubina con chutney de maracuyá; Brocheta de zamburiña y mango con espuma de coco; Huevos rotos con jamón serrano y trufa negra o Pulpo con helado de mostaza antigua y wasabi, y el cliente tiene la posibilidad diaria de un menú con primero y segundo, bebida postre y café.

Y quizá valga la pena cruzar la calle y asomarse por San Agustín, a la tasca, para disfrutar de papas revolconas, migas extremeñas, salmorejo cordobés, caracoles, hummus, vinos, cócteles y una selecta carta de Gin Tonics.

Mayma es así, de restaurante a tasca, sin perder sabor.