De ella afirma el tenor Celso Albelo que tiene una de las voces más bonitas entre las sopranos lírico- ligeras del momento. Se refiere el cantante tinerfeño a la rusa Irina Lungu, que debutará la próxima semana en la Isla (martes, jueves y sábado, en el Auditorio de Tenerife, a las 19:30 horas) con la ópera "Lucía de Lammermmore", de Gaetano Donizetti, una obra que esta diva considera fetiche.

"En mi imaginación siempre ha estado presente como algo aparte, particular", dice con un brillo muy vivo en los ojos. "En mi época de estudiante en el conservatorio, siempre llevaba a los concursos el aria Regnava nel silenzio" (A la muerte de la noche).

Y es que, mientras interpretaba otras obras, aguardaba deseosa el momento de poder encarnar este rol sobre el escenario. "La esperaba como quien aguarda a un esposo", dice, llegando incluso a rechazar ofertas de roles más pesados. De hecho, hasta que no debutó Lucía, y sucedió en Verona, no sintió la verdadera felicidad, afirma Irina Lungu, no se consideró "una soprano plena, verdadera y completa".

Comenzó su carrera profesional en octubre de 2002, en su país natal, y a partir del año 2005 se lanzó a recorrer diferentes escenarios del mundo. En el cara a cara, Irina Lungu es una mujer que frasea con mesura, a media voz, desde la templanza y la serenidad, siempre con un sentido medido y racional, desde un tono muy profesional.

¿Qué sensaciones le provoca su debut en la Isla con un programa de Ópera de Tenerife?

Es la primera vez que físicamente estoy en la Isla y también va a ser mi debut con Ópera de Tenerife y me hace muy feliz poder hacerlo con un título que adoro. Para una cantante siempre representa una incógnita abordar una composición nueva, pero de otra parte también representa un aspecto estimulante, porque el rol se construye sobre mi persona. Además, tengo ganas de presentarme ante el público de la Isla.

¿Cuál es el ambiente que se ha encontrado en los ensayos?

Desde el primer momento he sentido que formo parte de un elenco maravilloso y me ha producido una enorme alegría reencontrarme con compañeros con los que ya he trabajado en teatros de ciudades como Londres, Madrid o Viena, caso del tenor tinerfeño Celso Albelo.

¿Qué acogida espera por parte del público isleño?

Espero que el público de Tenerife se conmueva con esta magnífica obra y que también manifieste empatía con mi interpretación de Lucía.

Para Irina Lungu, ¿qué representa el bel canto?

Es la esencia. Todo comienza desde el fraseo con el aliento. Y el bel canto expresa todo un mundo de emociones, el drama y la pasión que encierran los personajes a través de la voz, respetando el sentido de los compositores que utilizaban este instrumento de una manera fisiológica.

Ha sido Giulietta, Elvira, Anna Bolena, Corina y ahora Lucía, grandes mujeres y, además, con diferentes registros.

Comencé con este repertorio de bel canto, en especial con óperas poco conocidas de Donizetti, como el caso de "Parisina". Estudié con una de las grandes del bel canto, como fue la turca Leyla Gencer, y en referencia a esos personajes se trata de mujeres muy diferentes entre sí, con un aura que resulta fascinante, pero que mantienen como rasgo común que son personas de una gran fortaleza y, además, protagonistas de sus vidas.

¿Cuáles son los desafíos vocales que exige un rol como el de esa joven tan frágil?

El rol tiene el peso de una soprano lírica, bastante central, y también dramático, pero Donizetti escribió esas coloraturas, de notas agudas, con un significado de drama para expresar de esta manera los diferentes estados de delirio. Por esta razón, desde un punto de vista vocal, el público suele identificar a Lucía con una soprano de coloratura, en buena medida por la escena de la locura y por la cadencia de la flauta, que no fue escrita por Donizetti sino por Mathilde Marchessi. La dificultad que representa el rol está en compaginar estas dos caras desde un punto de vista vocal. Y el desafío reside, también, en saber mantener la sangre fría para expresar la locura sin desatar la pasión.

Y después de Lucía, ¿en qué piensa y sueña?

En este momento, Lucía es mi papel preferido, sin ningún género de dudas. Pero aparte de esos roles bel cantistas, también siento una gran afinidad hacia el repertorio francés, entre otros "Manon", de Massenet; "Romeo y Julieta", de Gounod, o "Los pescadores de perlas", música de Bizet con la que hice mi debut y además en ruso. Acaso me falta cantar algo más de Rossini, de quien solo he interpretado tres óperas, y también de Mozart, del que he cantado menos obras de las que hubiese querido. A propósito, tras las funciones en el Auditorio de Tenerife, voy a debutar en el Staatsoper de Viena el papel de Elettra en la ópera "Idomeneo" de Mozart.

¿Y Verdi?

Es un autor al que quiero mucho, pero estoy aguardando el momento preciso, alcanzar mi madurez vocal para hacerlo de la manera que yo deseo. Considero que para acercarme a este gran compositor, el mejor rol posible es la Desdemona de "Otello", que es uno de los próximos trabajos que quiero interpretar.

¿Cómo concilia, siendo madre, la exigente vida laboral de una cantante internacional de ópera con el íntimo plano familiar?

Es difícil, pero en este caso aplico la receta de no establecer contradicciones entre mi carrera profesional y mi esfera familiar. Soy muy afortunada, porque tengo un hijo que en modo alguno representa un problema para mí y que, ante todo, es un cómplice, una persona con un carácter independiente. Cuando nos comunicamos a través del Skype solemos llorar mucho, pero él es capaz de soportar esta situación. De cualquier manera, siempre aprovechamos algunas épocas del año, como por ejemplo el mes de diciembre, para estar juntos en casa, momentos en los que también me dedico al estudio.