Fue hace veinte años cuando las pantallas exhibieron la película "La isla del infierno" y ahora, pasado el tiempo, aquella cinta vuelve a "flotar" y lo hará mañana, viernes, a partir de las 21:00 horas, en un pase especial, organizado por el Aula de Cine, la Filmoteca Canarias y la revista Alisios en los Multicines Tenerife, en Alcampo, La Laguna, que se repetirá en esta misma sala el sábado y el domingo.

Aquel trabajo, considerado como una pieza de culto, se inscribe en la "movida" del Santa Cruz de la década de los noventa del pasado siglo, una historia que se fue amamantando en lugares emblemáticos como El Parra, en el Callejón, un auténtico abrevadero cultural, o el Espacio 41, en la órbita de la Rambla capitalina, sin duda "una ciudad que era mucho más divertida que la de ahora".

Así lo manifiesta Javier Fernández-Caldas Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1963), productor y director de esta particular aventura, quien destaca cómo, de igual manera que por entonces sonaba el jazz como una música de carácter generacional, también en la Isla se comenzaba a experimentar una efervescencia en el campo del cortometraje. Fue el tiempo del alumbramiento de obras como "Esposados", de Fresnadillo, también de los premiados "El último latido" o "Frágil", que llevan su firma y sello.

"Ahora se mueven ocho películas, como el gran acontecimiento del año, y el resto no existe", censura.

Vinculado desde los veinte años al mundo audiovisual, formado en Madrid, Javier Fernández-Caldas sostiene que "el mundo aborigen siempre me pareció un tema con mucho juego cinematográfico". Ahora bien, su propósito no fue meterse en líos históricos. Eso sí, se asesoró con el colectivo El Alfar para reproducir fielmente el vestuario de los guanches y explotó el mito el Teide, ese monumental volcán al que se referían constantemente los viajeros.

"En las escenas de los corsarios nos permitimos licencias", dice, de hecho la pistola del capitán no está acorde con el momento, sino que aparecería siglos después. Pero se vanagloria de haberse adelantado a producciones modernas como "Piratas del Caribe".

En el fondo, "La isla del infierno" representó un "motivo para divertirnos", subraya Fernández-Caldas, quien asegura que "fue la época más feliz para un montón de gente". Tanto es así que traduce aquel momento como el trabajo de un "director de un manicomio durante tres meses".

Y comenta que "hubo muchas cosas inconfesables", pero en el recuerdo guarda muy vivas escenas como aquella "cuando metimos bajo el agua a un hermético con armadura de época, de Toledo, de treinta kilos de peso; la de los guanches apaleando a un conquistador, que alcanzó lo suyo; o la reproducción de un barco pirata, que se trajo especialmente para el rodaje".

Mientras suspira, afirma: "Fue un disparate maravilloso. Nos reunimos todos los locos de la Isla".

De la película, que superó en recaudación a "Salvar al soldado Ryan", surgió una actriz como Toni Acosta; la música fue cosa del talento de Raúl Capote; la fotografía la dirigió Gonzalo Berridi, y contó con protagonistas como Pepe Conde o Arturo Soriano, ya desaparecidos, y otros muchos. Para ellos va este homenaje.