La elegancia y el estilo se perciben a primera vista. El resto de impresiones aún están por llegar; aguardan en el interior, rodeadas del blanco dominante -pura sensación de equilibrio-, en contraste con los guiños al arte que cuelgan de las paredes, obra del artista Alejandro Tosco.

Desde hace un año, las hechuras del restaurante Nielsen se enseñorean en el número 9 del populoso Callejón del Combate de la capital tinerfeña. Y eso, después de un "duro año, pero potente", tal y como reconoce Rafael Macía, que cuenta con un formidable aliado en la cocina: el chef Danny Nielsen Style, nacido en Dinamarca y criado en la Isla, que se ha convertido en uno de los referentes de la alta cocina.

"Contamos con mucha clientela fija y también con una alta tasa de repetidores", explica Macía, mientras paladea y brinda, copa en alto, con un Kir Royale a manera de bienvenida: un recibimiento con una indudable clase.

Ya con mesa y mantel delante surge el pan cristal, traído expresamente desde Barcelona, que desde su humildad abre boca y alimenta una animada conversación. "Es uno de los productos más demandados por los clientes", precisa Macía, quien recita a continuación una lista de "delicatessens", entre las que incluye las ostras francesas de Gilleardeau, vivas, que comparten espacio en el vivero con almejas, berberechos, navajas y zamburiñas; el tartar de arenque agridulce con cebolla roja y alcaparras, una marca inexcusable del talento que atesora Danny Nielsen; el sabroso y distinguido bogavante azul, servido en una ensalada templada; el steak tartar; las carnes, bien acomodadas en un refrigerador donde maduran las de Waygu, la rubia gallega o la simmental suiza.

El equipo de sala, mientras tanto, se desenvuelve con maneras muy profesionales, bajo las pautas de Jesús Doreste, manteniendo la distancia precisa con el cliente.

Y a sorbos de un Ribera del Duero, un Dominio de Atauta tinto, Macía reflexiona: "No es fácil encajar así en un subsector que en Santa Cruz está viviendo una evidente ebullición en los últimos tiempos".

Entre bocado y bocado, con Nielsen dando salida a un servicio que casi llena las mesas, Rafael Macía echa mano de memoria y recuerda esos otros platos que hacen las delicias del público. Entre ellos, el bacalao confitado; el salmón ahumado frío; el sashimi de vieiras o los quesos, un capítulo aparte.

A la manera de la cocina francesa, como "regalo" para el paladar antes de los postres, aparecen en la cabecera de la mesa bien dispuestos en carros. Los hay de todos los lugares. "Es como dar un viaje por la Unión Europea a través de los quesos", como el gallego de tetilla, el pecorino de trufa, un Camembert, Brie, el singular Blue Stilton originario del Reino Unido...

En fin, un Año I que ha sido gustoso.