El jueves pasado mis productores me citaron antes del rodaje para desayunar, querían hablar conmigo y comentar cómo iba el rodaje de la serie, todo fue muy amable, les gustaban el "look", los actores, las localizaciones, pero les inquietaban las emociones o más bien la posible falta de ellas. El cine y sobre todo las series de televisión triunfan entre otras muchas cosas por la gestión de los sentimientos. En la civilizada Europa somos fríos y calculadores y así las series que vienen de países menos preocupados por ser "cool" nos venden sus series llenas de pasión y sentimientos. Turquía es después de EEUU el país que más series de televisión vende al mundo, es un tema a estudiar, son musulmanes, el turco no es un idioma ( como el inglés o el español) global y sin embargo venden sus series como rosquillas. En España el canal de televisión Nova acaba de emitir la primera serie turca (Fatmagül) y ha arrasado siendo la emisión más vista en TDT; resultado: Nova ha comprado más series turcas y otras cadenas están pensando en comprar o adaptar series de ese país. ¿En qué consiste el éxito de las series turcas? En cómo gestionan los sentimientos, los protagonistas no los esconden: la venganza, el amor, el odio, la alegría y la tristeza están a flor de piel, nadie esconde nada y los espectadores se sumergen en una catarata de emociones a la hora de cenar. La producción no está tan cuidada como en las series americanas, los actores no son famosos, la cámara se mueve de una manera más torpe, pero la trama y sobre todo las emociones capturan a los espectadores. Mis productores querían recordarme la importancia de las emociones, la importancia de que los espectadores sufran, se alegren, se enamoren y se venguen con los protagonistas, sin dudas, yendo con todo lo que tenemos, sin dejar ninguna emoción en las páginas del guion, todo a la pantalla. Yo había rodado "Médico de familia" veinticinco años antes con un maestro de la televisión como es Emilio Aragón enseñándome a gestionar las emociones en televisión, así que asentí tranquilamente y les prometí emociones y drama para dar y tomar.

Al final las series de televisión como la vida se componen de sentimientos, de emociones, las películas aprenden de la vida y componen imágenes memorables, momentos mágicos, pero también debemos buscar esos momentos sin necesidad del mando a distancia, buscarlos en la vida y aprender a disfrutarlos. Yo procuro identificar cada momento memorable en mi vida, en los viajes, en los amigos o en las fiestas de Alcabón, las fiestas de mi pueblo.

Cuando haces una película debes explicar a los actores por qué algo es o no importante y la vida es un espejo en el que fijarse. Por ejemplo, si tuviera que hacer una trama sobre unas fiestas, mi pueblo sería mi referencia y así les podría explicar a los actores por qué son importantes las fiestas y les podría decir algo así.

Las fiestas de Alcabón son para mi amigos y familia disfrazarse y preparar juntos los disfraces un mes antes, vernos todos un año más, bailar en la plaza del pueblo, ver bailar a nuestros amigos, padres y familia. El refresco y los pasodobles, cotillear del resto del pueblo y comprobar que nuestro grupo es el más guapo y el que mejor se conserva, ir a la procesión y ver a las amigas vestidas para la ocasión de punta en blanco, ver a nuestros hijos, ahijados, sobrinos y a los hijos de nuestros amigos correr en la plaza en la que nosotros corrimos y jugamos, invitarnos mutuamente a las copas, charlar con los padres de nuestros amigos, reírnos por todo, acordarnos de cuando fuimos los mejores (homenajeando a Loquillo) y contarnos las batallitas que todos sabemos una y otra vez, traer nuevos amigos y ver a algunos que no veíamos hace años, y sobre todo que después de decenas de años sigamos yendo a las fiestas, señal de que seguimos siendo amigos, señal de que sentimos el pueblo. Les contaría a los actores lo importante que es bailar un pasodoble con tu madre o apurar la orquesta en la plaza hasta que se acaba la última canción, animar a ese amigo al que la vida le juega malas pasadas pero sigue estando en las fiestas, recordar cada rincón donde te has convertido en lo que eres, donde jugaste al futbol, te caíste con tu primera bicicleta o besaste a tu primer amor de verano que después te dejó, sumido en la tristeza y donde tus amigos te ayudaron a pasar el mal trago, ese banco al lado del caño donde les contaste a tus amigos tus planes de trabajo o tus fracasos o tus éxitos, ese banco que ha sido mudo testigo de tu vida y ese caño donde el agua lleva corriendo desde siempre, recordándote que todo pasa y que los momentos hay que vivirlos (o beberlos) ahora, si no el momento cómo el agua de la fuente pasa y ya nunca volverá, en esa fuente ahora se sube para enfado de su madre el hijo de un amigo y hace equilibrios recordándote que no hace mucho eras tú el que te subías. Si consigues que las películas o las series de televisión emocionen como la vida misma, serán un éxito, y si nosotros, en vez de preocuparnos por cosas superficiales, nos centrásemos en ver las cosas importantes que nos pasan y saborear esos sentimientos, esos momentos dándonos cuenta de ello y siendo conscientes de lo grande que es tener amigos, familia, amores o desamores, alegrías y tristezas, triunfos y fracasos, siendo conscientes en definitiva de lo importantes que son las emociones y así disfrutar de ellas en las series de televisión, en las fiestas de tu pueblo, en tu vida. Emocionémonos.