Querido alcalde, todo esto te lo quise contar ayer, tras las Reales Academias, pero estabas distante. Quería decirte que no somos únicos, Santa Cruz no es la única ciudad que transforma una refinería en ciudad. Muchos lo han hecho antes, algunos bien (por ejemplo, el Ruhr, Alemania) y otros mal (el valle de Turon, Asturias). Si te pones a analizar la historia reciente encuentras que las ciudades únicas son aquellas donde existen, la mayoría de las veces, monumentos históricos y edificaciones simbólicas, elementos, hitos que, en definitiva, son los que provocan esa diferenciación de la ciudad, y que esta sea un lugar lleno de belleza del que podamos sentirnos orgullosos todos los habitantes.

En Santa Cruz seremos únicos o no dependiendo de cómo realicemos ese encaje entre la ciudad, la refinería y el mar. Como dice Fernández Galiano, uno de los mejores críticos de arquitectura mundial de la actualidad, la ciudad es la clave de la época que vivimos y su crisis es la crisis de nuestro tiempo y la única vía de avance para nuestra economía y nuestra sociedad es más, y no menos, urbanismo.

Sin embargo, en las imágenes que Cepsa y el Ayuntamiento de Santa Cruz han lanzado junto con el gran anuncio de que la refinería se va de la ciudad, no se dibuja nada único, sino un nuevo paisaje banal de hileras de hoteles, de pisos de alquiler muy próximos entre sí y de centros comerciales, todos en la lingua franca de las ciudades medias que crecen sin imaginación, solo impulsadas por algo que no alcanzo a entender.

Lo único bueno que trajo la crisis fue que, hasta ahora, esta banalización de la ciudad se moderó. Pero ahora vuelve el urbanismo preempaquetado, ¿por qué?

Decisiones que tomas hoy, quizás nosotros no las veremos, pero que afectarán a los niños y niñas que acaban de nacer en Santa Cruz. Sobre las ciudades de hoy hay un dato curioso de Geoffrey West (a quien deberías leer): "El 15% de ahorro en coste de infraestructuras y consumo de energía por habitante que se obtiene con cada duplicación de la escala poblacional, y el mismo 15% de incremento en salario medio, patentes o delitos por habitante que se produce al multiplicar por dos el tamaño de la ciudad".

El urbanismo preempaquetado que nos has enseñado está lleno de, por ejemplo, un pulmón verde en el barranco que cruza la refinería ¿te refieres al mismo pulmón verde que hoy no es el barranco de Santos?

Sabes que se entiende por paisajecualquier parte del territorio, tal y como es percibido por la población, como resultado de la interacción entre la naturaleza y el ser humano, según el Convenio Europeo de Paisaje. Ese paisaje incluye el patrimonio industrial, pero en las imágenes que has hecho públicas todo desaparece, la historia de 90 años de trabajo de mucha gente queda borrada como si pasara por encima de todas esas vidas de esfuerzo Gengis Kan, y tú no eres así, tú eres consciente de que destruir el patrimonio industrial es acabar con la historia reciente y, sin embargo, lo estás permitiendo, y pides tiempo, cuando lo que deberías pedir es ayuda, porque mientras tanto: ¿no sabes que Cepsa puede ir ya eliminando edificios sin tener que pedir permiso al Ayuntamiento?, ¿no sabes que ya han desaparecido algunos edificios valiosos, de grandes ingenieros con una estética monumental?

Cuando entras a la refinería puedes tener la visión real de elemento contaminante o la visión imaginativa de cómo transformar toda esa estética ingenieril en algo realmente único que, intercalado en un urbanismo moderno y audaz, permita a esa nueva parte de la ciudad que nos regalas tener un carácter propio, recuperar el poder del paisaje de la isla en áreas que fueron industrializadas rápidamente y no siempre con sensibilidad, huyendo del anonimato de tantas ciudades. Recuperar la geología perdida y la reconexión con materiales en gran parte ya ausentes del paisaje urbano, volviendo a conectar esa zona con el horizonte y el perfil dentado de las montañas lejanas de Anaga.