Tras su puesta de largo en el Festival de Cannes Terry Gilliam ha presentado hoy en España "El hombre que mató a don Quijote", un proyecto maldito que ha tardado 25 años en sacar adelante y en la que el exmiembro de los Monty Python se centra en en los peligros y virtudes que conlleva el exceso de imaginación.

"La imaginación tiene un precio, y es el riesgo de fracasar, de no conseguir tus sueños; pensamos en la imaginación como algo maravilloso, y no, es trabajo duro y no siempre termina bien, pero es necesario para progresar en la vida", ha señalado el director en una entrevista con Efe.

La película llega el próximo viernes a los cines con un reparto encabezado por Jonathan Pryce y Adam Driver, después de haber superado todo tipo de obstáculos: tormentas apocalípticas que frustraron el primer rodaje, problemas de salud de los que iban a ser sus protagonistas, falta de financiación o batallas legales, la última de ellas, aún pendiente de sentencia.

"Digamos que ha sido algo que se ha llevado unos años de mi vida, pero ya está hecho y es genial, estoy muy contento con la película y eso es lo más importante para mí, después de todos estos años", asegura Gilliam, pese a que la crítica mayoritariamente no ha estado a su favor.

En realidad para él nunca ha sido fácil hacer una película ni obtener el reconocimiento inmediato. La distópica y hoy aclamada "Brazil" (1985), por ejemplo, vio seriamente amenazada su distribución y su montaje final en Estados Unidos.

"Empiezo a pensar que hago películas adelantadas a su tiempo. ''Brazil'', mucha gente la odiaba pero hoy me dicen que es genial; quizá nací demasiado pronto o demasiado tarde, no lo tengo claro", dice Gilliam, que remata cada una de sus respuestas con una sonora carcajada.

"Los productores tienen su versión de la película en la cabeza, pero yo solo puedo hacer mi versión. Ahí empieza la lucha porque en ultima instancia me gusta tener el control de lo que hago, no sólo por mí sino por la gente de mi equipo; creo que mi misión es proteger la película", añade.

El guion de "El hombre que mató a don Quijote" ha sido adaptado a lo largo de los años, pero en esencia la historia es la misma. Toby (Driver) es un director que solía soñar con el cine pero ahora se dedica a la publicidad.

Cuando por casualidad regresa al pueblo donde rodó un corto inspirado en el Quijote diez años antes -un pueblo llamado Los Sueños- se reencuentra con Javier (Pryce), un zapatero que ha perdido la cabeza, sigue pensando que es el auténtico Don Quijote y lo embarca en un viaje delirante.

Producida por la española Tornasol Films, la película inspirada en la novela cervantina se rodó el año pasado entre España y Portugal y cuenta en su reparto con secundarios españoles como Óscar Jaenada, Sergi López, Jordi Molla y Rossy de Palma, que comparten cartel con Olga Kurylenko, Stellan Skarsgard y la portuguesa Joana Ribeiro, como Dulcinea.

El conflicto con Paulo Branco, excoproductor portugués, aún no está resuelto, aunque no impedirá la exhibición del filme. La Corte de Apelación de París se pronunciará sobre la cuestión de los derechos en juego el próximo 15 de junio.

Preguntado por el principal motivo para seguir luchando contra viento y marea por un proyecto tan complicado, Gilliam duda: "Creo que el principal motivo para seguir adelante es que todo el mundo me decía que lo dejara, que pasara a otra cosa; la gente que me dijo ''no'', que no era realista, que no iba conseguir el dinero, lo he hecho por ellos".

El director de "Miedo y asco en Las Vegas" reconoce que tiene debilidad por los personajes que son castigados por defender sus creencias y menciona, además de a Don Quijote, el mito de Sísifo o el bíblico Job.

Preguntado por el retroceso de la libertad de expresión en España en los últimos tiempos, Gilliam no está al tanto de los detalles pero se muestra sorprendido y compara la situación con la época en la que se estrenó "La vida de Brian".

"Llegó justo después de la muerte de Franco y explotó aquí más que en ninguna otra parte del mundo, tuvo un éxito enorme. Pensé que quizá estábamos en el lugar y el momento adecuados. Puede que pase lo mismo ahora con el Quijote. ÑSaquemos a los raperos de la cárcel!".