El poeta Eugenio de Nora, considerado uno de los creadores de la poesía testimonial o de denuncia, ha fallecido esta madrugada a los 94 años a consecuencia de una insuficiencia respiratoria, han informado fuentes familiares.

El poeta de posguerra, nacido en Zacos (León) en 1923, ha muerto en un hospital de Madrid, donde había sido ingresado hace cinco semanas tras sufrir un proceso gripal que se complicó con otras dolencias agravadas por su avanzada edad.

Premio de las Letras de Castilla y León en 2001, el autor de "España País de Vida", una obra que marcó un camino de la poesía del desarraigo -como lo llamó Dámaso Alonso- padecía una degeneración cognitiva desde hace diez años consecuencia de un derrame cerebral que sufrió entonces.

La capilla ardiente con los restos del poeta será instalada a partir de las once horas de hoy en el tanatorio de la M-30 de Madrid y será enterrado mañana a las 14 horas en el cementerio de Fuencarral de la capital, ha informado su hijo Eugenio.

Doctor en Filología románica, Eugenio de Nora fundó en 1944, junto con González de Lama y Victoriano Crémer la revista de poesía comprometida Espadaña.

Pocos años después, en 1949, según su hijo, salió de España para trabajar como lector en la Universidad de Berna (Suiza), donde después sería catedrático titular de Literatura y esa es una de las razones por la que su obra no es muy conocida en España.

En 1989 se jubiló y volvió con su familia a Madrid, donde ha residido hasta su fallecimiento.

Su producción poética abarca títulos como ''Cantos al destino'' (1945), ''Pueblo cautivo'' (1945-46) una inteligente crítica del régimen franquista, ''Amor prometido'' (1946), ''Contemplación del tiempo'' (1948), ''Siempre'' (1953) y ''España, pasión de vida'' (1953), con la que ganó el Premio Boscán de poesía.

Publicó además un extenso ensayo sobre la novela española de posguerra "La novela española contemporánea" (1958-62), con el realismo social como base.

Su obra poética quedó reunida en un volumen, con el título "Días y Sueños" (1939-1992).

A pesar de ser uno de los representantes de la poesía social o de testimonio, junto con Blas de Otero y Gabriel Celaya, él quería que se considerase también como un poeta de más amplio espectro, que abordaba temas como el amor, la muerte o la preocupación por el tiempo, por la condición humana, "un poeta existencialista", según su hijo.