Conjunto de personas que ejecutan un baile colectivo o serie de movimientos que forman una pieza de baile. Cualquiera de las dos definiciones de sirven para explicar lo que ayer por la tarde ocurrió en las inmediaciones del Auditorio de Tenerife. El "corazón" de la danza latió con fuerza y generosidad en las inmediaciones del Castillo de San Juan, también conocido como el "Castillo Negro".

Con un sol en modo tímido que se ocultaba entre las nubes, el azul era el color dominante en el exterior del espacio cultural que gestiona el Cabildo de Tenerife. En su interior, una treintena de academias procedentes de distintos municipios de la Isla ultimaban los preparativos de una agenda generosa y plural en la que convivían múltiples propuestas coreográficas: más de 700 bailarines mostraron sus habilidades en un vestíbulo que albergó a miles de aficionados, la gran mayoría familiares de los artistas que protagonizaron las exhibiciones.

Algo parecido a una "maratón de baile". Eso fue lo que sucedió durante varias horas al ritmo de movimientos tan diversos como el clásico, el claqué, el jazz, el swing o el urbano. Cualquier propuesta fue bien recibida en una jornada en la que los asistentes, a su vez, pudieron disfrutar de unos talleres que fueron impartidos por Carles González (dirigido a niños de más de 10 años) y Mar García Callejo (reggaeton & dembow). Y es que las puestas escenas más clásicas (ballet o flamenco) se fusieron con unas secuencias de vanguardia, concentradas en el rap o el hip-hop.