No recuerda con exactitud su primer concierto en la Isla, pero conoce la belleza que envuelve al teatro Guimerá capitalino, escenario el próximo 8 de abril de la segunda estación tinerfeña del Festival Mar Abierto 2018, y el cariño que le tiene el público canario a la música que él lleva defendiendo desde ya hace más de seis décadas. "Sentirme un superviviente de los escenarios es algo más que un titular de periódico", precisa el argentino Alberto Cortez (1940) en una entrevista en la que tiempos modernos y poesía riman a través de la palabra: "Sin ella no habría llegado hasta aquí", asegura el cantante, compositor y poeta de La Pampa.

¿Queda algún recuerdo de su primera visita a Tenerife?

Alguna vaga reminiscencia sí que queda, pero hace ya tantos años que tendría que realizar un ejercicio memorístico muy generoso. Por aquel entonces yo tenía pantalones cortos, mejor dicho, este oficio tenía pantalones cortos... El tiempo ha pasado y no nos hemos olvidado mutuamente.

¿Cómo se consigue permanecer durante más de seis décadas al pie del cañón?

Siendo fiel a uno mismo. A partir de la frase anterior, que puede ser considerada un eufemismo, hay que tener claro que este es un oficio que no tiene un camino estrictamente trazado. Uno avanza a través de él tratando de encontrar las veredas más adecuadas para una caminata. Yo soy leal a mi forma de entender la música popular y sé que los músicos populares de alguna manera formamos parte de la cultura de los pueblos.

¿La voz no se resiente?

Si se toman las precauciones adecuadas y no te expones a unos cambios de temperatura bruscos, ella te va a respetar... Además, trato de no exagerar las tonalidades que le imprimo a cada canción. Eso es algo que muchos cantantes de hoy no tienen en cuenta. Hay mucha gente que grita en lugar de cantar y eso no es nada artístico; esto es otra cosa. El grito es un alarido como el que puede emitir cualquier animal, nada más. Cada uno es libre de escuchar lo que le gusta, ¿no?

¿Hay mucho gritón en este oficio?

Más de lo que la gente piensa, especialmente, en el mundo del rock o el pop... Yo siento un gran respeto por todos los artistas, pero cuando algo no me agrada apago la radio o busco otra frecuencia.

En una respuesta anterior ya ha dejado claro que la voz continúa intacta, pero y el alma. ¿Es igual de resistente?

La mía no me ha tratado mal (ríe). En mi caso tengo que decir que ha sido una aliada que encontré en el camino, la compañera leal que me ayudó a no pisar sobre las piedras equivocadas.

Esta es una de esas preguntas poco originales, pero muy recurrentes: ¿Se siente un superviviente de los escenarios?

Sí (silencio)... Me la han hecho unas cuantas veces. Cada uno debe "arrimar el ascua a su sardina" y entender que en este intercambio de impresiones se filtran frases que pueden llegar a interesar a una tercera persona. Sentirme un superviviente de los escenarios es algo más que un titular de periódico.

¿Pero en todo este tiempo sí que habrá visto unas cuantas "estrellas fugaces" de los escenarios que se apagaron antes de tiempo?

Unas cuantas... Eso forma parte de la cultura de los "hits", pero yo no soy juez de lo que otros hacen con la música. Cuando no me gusta un artista no compro su disco o, simplemente, no me planteo ir a uno de sus conciertos. Alrededor de este asunto existe mucha confusión, un ruido que se produce porque hay gente que da su opinión sobre algo que desconoce.

¿Vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a convivir con una música de consumo rápido?

Sí, definitivamente sí... Pero ese no es un problema de la música en sí, sino de los envoltorios que se usan para vender un producto que muchas veces no tiene unos criterios de calidad básicos para ser expuestos en público. Sería tremendamente injusto por mi parte decir que eso es algo nuevo que no ocurrió en el pasado. Esto es algo cíclico que cada cierto tiempo se recrudece con más ínfulas.

¿Siente que usted es una oportunidad, no sé si una de las últimas, a la que se pueden agarrar los nostálgicos?

Es muy posible que haya algo de eso... En el mundo del arte caben millones de posibilidades. Cuando leo un libro lo estoy juzgando al tiempo que lo voy leyendo. En el mundo de la música ocurre algo parecido. Yo propongo una canción, la pasan media docena de veces por una emisora de radio y a partir de ahí son otros los que deben juzgarme. Unos se quedarán con ella y otros dirán: ¿qué está diciendo este hombre? La cultura debe moverse con libertad.

¿La palabra para alguien como usted debe tener un significado casi sagrado?

Lo tiene. Imagínese si no pudiéramos comunicarnos entre nosotros, si no existiera la posibilidad de estar entablando una conversación como esta... Sin esa opción, las probabilidades de estar reproduciendo sonidos como los que emitían las bestias antiguas serían bastante altas. Esas criaturas primitivas que en su momento habitaron este planeta. Por fortuna, tenemos un léxico y, sobre todo, un idioma maravilloso. Hay una cosa que me cabrea muchísimo al respecto y que no voy a dejar de contar: cada vez que me cuelan una palabra inglesa en una conversación en español percibo una traición a mis raíces lingüísticas. Nuestro idioma es un tesoro que hay que cuidar para que ningún erudito lo deforme a su antojo. Me siento blindado por las palabras.

No deja de ser curioso que en plena vorágine de la sociedad de la información y la enésima revolución tecnológica, las personas estemos mucho más recluidas en torno a nuestro móvil, ordenador o tablet.

Estamos entrando en un terreno ligeramente peligroso... No hay que faltarle el respeto a las personas que recurren a esos avances tecnológicos por una necesidad que no es negociable, es decir, por una cuestión laboral, por unos sentimientos afectivos muy sólidos o porque hay gente que no es capaz de encontrar otra alternativa para derrotar a la soledad. Otra cosa son las horas estériles que le podamos dedicar a intercambiar frases a través de "wasap" en lugar de favorecer una conversación con la persona con la que estamos desayunando.

¿Qué vaticina de su inminente reencuentro con Canarias?

Aguardo unos conciertos inundados de guiños hacia mis orígenes. En las Islas me siento querido y voy a poner el corazón en cada una de las canciones.