El Museo de la Capital de Pekín acoge una exposición sobre arte y cultura del Tíbet en la que se muestran preciados objetos relacionados con esa región, algunos de ellos nunca presentados al público, lo que ha despertado una gran expectación entre los aficionados a la Historia.

La estrella de la muestra, que permanecerá abierta hasta el 22 de julio, es el cuadro "El emperador Taizong recibiendo al emisario tibetano" (conocido en China como "Bunian Tu"), realizado sobre un rollo de seda en el siglo VII y en torno al cual se forman estos días largas colas de visitantes para poder admirarlo.

La pintura, obra del pintor imperial Yan Liben durante la dinastía Tang -aunque hay dudas de si se trata del original o una copia fiel realizada dos o tres siglos después- se guarda habitualmente en los archivos de la Ciudad Prohibida, sin acceso público.

La exposición muestra también objetos normalmente preservados con celo en los más célebres monasterios y palacios del Tíbet, como el Potala de Lhasa (residencia de los dalai lamas) o el monasterio de Jokhang, en la misma ciudad, que recientemente sufrió un incendio en su sala principal, afectando a su icónico tejado dorado.

"Los tibetanos viven en la meseta más alta del mundo, en condiciones muy difíciles, pero han logrado producir una espléndida cultura de la que nos podemos enorgullecer", destacó a Efe, durante la jornada de presentación a la prensa, el experto Lian Xiangmin.

Entre las piezas más destacadas de la exposición figura una máscara de oro de la prefectura de Ngari (oeste del Tíbet), donde la orfebrería local ya era conocida y elogiada por cronistas de la Antigua Grecia o del Imperio Romano, explicó Lian, del Centro de Tibetología de Pekín.

Junto a esa máscara, otros objetos con cerca de tres milenios de antigüedad retratan la prehistoria tibetana, una época en la que el budismo no había llegado a esa región, entre ellos una cerámica con forma de mono.

Lian contó que la mitología tibetana establecía que los pobladores del Himalaya eran descendientes de un simio, milenios antes de que Charles Darwin confirmara que no iban mal encaminados.

Con algo más de dos centenares de objetos, la exposición repasa más de 2.000 años de historia del Tíbet con especial atención a la figura del rey Songtsen Gampo, el mismo que mandó a un enviado a reunirse con el emperador chino como retrata el cuadro Bunian Tu.

Fruto de esa reunión celebrada en la capital imperial china de Changan (hoy Xian) fue el matrimonio del rey tibetano con la princesa Wencheng, hija del emperador de China, lo que contribuyó a la llegada del budismo al Techo del Mundo.

En la muestra pequinesa no falta una portentosa colección de tangkas, los tapices tibetanos generalmente de temática religiosa, aunque algunos en esta exhibición también presentan estudios de anatomía humana, una ciencia en la que el Tíbet llegó a estar más avanzado que China u Occidente, por motivos religiosos.

Mientras en Europa o China la disección de un ser humano se consideraba inmoral o pecado hasta épocas recientes, en el Tíbet el desmembramiento era necesario para los llamados "entierros en las nubes" ofrecer los cadáveres como alimento a los buitres, una costumbre que aún se mantiene en algunas zonas del Himalaya.

Al celebrarse en China, la muestra rehuye mencionar conflictos pasados y presentes con el Tíbet e incide especialmente en las relaciones que ambos pueblos han mantenido durante siglos, exhibiendo por ejemplo regalos recibidos por los emperadores Ming (1368-1644) por parte de los tibetanos como muestra de adhesión.

Asimismo se subraya la atención que la última dinastía imperial china, los Qing (1644-1911) mostró hacia el Tíbet, ayudando a que la institución del dalai lama ganara influencia y poder en Lhasa, o construyendo monasterios de budismo tibetano o un palacio inspirado en el Potala en la residencia veraniega del emperador chino.

"El Tíbet sigue viéndose como un lugar lejano y de difícil acceso, algo misterioso, y por eso esta exposición despierta tanto interés", subrayó Lian.