La galería Helga de Alvear retira la obra, Ifema se disculpa por suprimir la exposición pública de "Presos políticos en la España contemporánea", un reconocido empresario catalán paga 96.000 euros, con el IVA incluido, por la creación de Santiago Sierra... Esa es la síntesis de la gran polémica que este año ha madurado en ARCO. La pieza está formada por 24 fotografías pixeladas y numeradas con imágenes, entre otros, de Oriol Junqueras, Jordi Sánchez o Jordi Cuixart. Se complementó con la edición de 500 folletos ilustrativos de los que ya se habían vendido 200 ejemplares al precio de diez euros antes de que Felipe VI y Doña Letizia evitaran ser fotografiados en el espacio expositivo en el que se había montado la creación de Sierra -en 2010 rechazó los diez mil euros del Premio Nacional de Artes Plásticas-, ya repintado para evitar cualquier rastro.

"Oportunismo y censura" esos son los dos extremos en los que se han movido cuatro voces especializadas a las que hemos recurrido para que valoraran un hecho que se convirtió en uno de los asuntos más comentados en las últimas horas. Para el creador chasnero Hugo Pitti, por ejemplo, se ha recurrido a un tema tan sensible como el procés para generar esta polémica. "El artista debe tener libertad a la hora de expresar lo que quiera, pero en este caso da la sensación de que se escudó en un problema de ámbito nacional para ser protagonista en esta feria... Creo que el autor aprovechó el conflicto político, estoy de acuerdo con la decisión de retirar esta obra. No es verdad que sean presos políticos", apuntó el pintor sobre la irracionalidad que domina en la actualidad a una parte de la sociedad catalana.

En una posición antagónica a la Hugo Pitti se situó el comisario, crítico de arte y periodista tinerfeño Roc Laseca. El autor del libro "El Museo Imposible. Sobre institucionalidad genuina y blanda" considera que "por desgracia el ámbito de la cultura sigue constreñido por los poderes fácticos. El trabajo de Santiago Sierra se ha culminado con su propia censura", señala en relación al hecho de que Carlos Urroz, director de ARCO, trasladara a Clemente González Soler, presidente del Comité Ejecutivo de Ifema, la responsabilidad de retirar, por primera vez en los 37 años de historia de la feria, las fotografías a la galería Helga de Alvear.

"Actos de resistencia como el de Sierra permiten abrir la ventana al debate sobre la censura... Santiago lleva décadas experimentando con este mismo lenguaje artístico", sostiene Laseca sobre un artista conceptual licenciado en Marketing por la Universidad Complutense de Madrid, que completó su formación en Alemania, México e Italia. "Lamentablemente, los intereses que condujeron a la censura de Presos políticos en la España contemporánea no son los mismos con los que el propio artista celebra que se haya censurado, es decir, que en ocasiones la autocensura es más peligrosa que la censura en sí".

Alfonso Delgado, artista plástico y psicólogo, se mostró en una onda más próxima a la de Pitti que a la de Laseca. "Lo que ha ocurrido en Madrid sirve de eco para una situación siempre paradójica que se da en el mundo del arte: la pregunta que habría que hacerse es en qué momento nos empieza a interesar un fenómeno como este desde un punto de vista artístico. Lo que ha pasado en ARCO forma parte de toda la teatralidad que existe en el arte", acentúa en un instante de reflexión en el que entran en escena otros factores que ayudaron a publicitar esta censura. "Si la política y la económica se juntan con el arte, que es algo que debe estar a un lado, el foco de atención cambia y el discurso también. Al final, de lo que se trata es que hablen de ti, aunque sea mal", plantea Delgado antes de adentrarse en el apartado más comercial de la feria madrileña. "No olvidemos el sentido que tiene ARCO, que no es otro que reunir a un montón de galerías con obras que se venden al mejor postor... Que nadie dude de que la inversión realizada por el comprador se va a ver rápidamente compensada mostrando esas fotografías en un espacio expositivo de Lleida. Si nadie hubiera censurado o hablado de este asunto probablemente hubiera pasado con más pena que gloria, pero esto es lo que hay", concluye Alfonso.

Desde sus orígenes, los proyectos de Sierra han estado llenos de reivindicaciones sociales y políticas que intentan visibilizar la permisividad de las estrategias de poder que favorecen la explotación y alienación de los trabajadores. Para el escultor Carlos Rivero "se han cometido varias torpezas que llevaron a que este año no se hable de lo que ha sucedido en ARCO, sino en torno a una pieza que formaba parte del catálogo de una galería que finalmente fue retirada, es decir, todo se centra en torno a un suceso que eclipsó por completo el resto de los debates que se debían originar en clave artística. En este sentido, Ifema cometió una injerencia que no es permitible y tuvo que rectificar tras el escándalo".

Rivero, asimismo, cree que con "la obra de Santiago Sierra podemos estar de acuerdo o no, pero con la nefasta gestión de este asunto acabaron dándole la razón", añade en un intervalo de la conversación en el que se "hace referencia a un instante artístico en el que la censura está funcionando más de lo que la gente cree. Eso ya de por sí, es un debate en el que se debería profundizar para tratar de identificar las causas que están provocando esos silencios forzados. Lo que no se puede hacer", prosigue, es limitar la capacidad creativa de un artista. En este caso, Santiago tiene un modo de contar su realidad que suele crear estos enfrentamientos dialécticos. Sin embargo, lo que no parece muy razonable es que sea un directivo de Ifema el que tenga que decidir si una obra o no va a restar protagonismo a ARCO. Mientras se lo piensa, lo que han logrado insisto es que todos los medios de comunicación pasen olímpicamente de la feria para centrar sus informaciones en algo que era solo una pequeña parte de este complejo entramado", un acto que el propio Sierra calificó como de censura anacrónico y exótico".