Conoce la Isla de su etapa como azafata de vuelo en aquellos simples y pequeños Fokker que unían Canarias por aire, pero un día decidió cambiar las alturas por el escenario. "Quería probar suerte en el teatro", cuenta la actriz madrileña Gracia Olayo. Es una de las monjas reclutadas por Javier Ambrossi y Javier Calvo para "La Llamada", película que esta tarde, a partir de las 19:00 horas, se proyecta dentro del ciclo "Gas Natural Fenosa de cine itinerante Premios Goya 2018" que posibilitará un coloquio entre los asistentes y ella. "Es una oportunidad para regresar a una Isla con la que tuve una bonita relación en el pasado y, a su vez, una magnífica cita para poner rostro a esas personas que ven las películas en las que participo".

¿No sé si era esperado o no, pero da la sensación de que en torno a "La Llamada" ha sucedido algo parecido a un milagro?

Todo esto comenzó como una propuesta teatral que se ofertaba en el teatro Lara de Madrid y que tuvo una gran acogida desde el principio. Lo que era más difícil de imaginar hace unos cuantos años era que "La Llamada" fuera a tener una segunda vida en el mundo del cine.

Para una actriz que ha tenido la oportunidad de vivir este proyecto en un escenario y en un plató de rodaje, ¿cuáles son las principales diferencias, si es que las hay, entre uno y otro formato?

La principal diferencia es la técnica. En el teatro tienes que llegar hasta la última fila en gestualidad y voz, mientras que en el cine menos es más, es decir, que en ocasiones puedes casi susurrar porque los primeros planos se convierten en un buen cómplice. Eso, por ejemplo, en un teatro se pierde. Los personajes estaban muy rodados y el hecho de que Javier Ambrossi y Javier Calvo conocieran las interioridades del proyecto era una garantía.

¿Hasta qué punto la labor de los "Javis" ha elevado este proyecto a las cuotas de aceptación y buenas críticas que se han logrado?

Son personas muy creativas que conocen muy bien el oficio porque son actores y saben qué es lo que quiere el público: los "Javis" tienen un talento natural para contar buenas historias. Su energía es contagiosa.

Usted ha tenido la oportunidad de trabajar con cineastas como Eloy de la Iglesia, Fernando Colomo, Álex de la Iglesia... ¿Qué le ha dado "La Llamada" que no haya experimentado con anterioridad?

Cada película te da tus alegrías. ¡Para qué vamos a engañarnos! Yo he tenido la oportunidad de trabajar con gente muy talentosa en el cine, en el teatro y en televisión. Yo no voy a renunciar a todo lo que hice en el pasado, pero mentiría si dijera que "La Llamada" es la película que más alegría me ha regalado. Eso es algo que no he experimentado solo yo, sino que también se hace visible cada uno de los reconocimientos que recibió la película, sus directores, los actores...

No se lo digo solo por lo que ha pasado con "La Llamada", sino con el recorrido que han tenido títulos como "Verano 1993", ¿pero es posible que estemos viviendo un cambio de ciclo en el cine español; llega savia nueva?

Las generaciones de hoy están mucho mejor preparadas que las nuestras, pero este es un oficio vocacional que no se deja intimidar por unos malos ciclos económicos. Por fortuna, hay un montón de jóvenes que se quieren dedicar a esto a pesar de la falta de ayudas que existe en este país para favorecer el desarrollo tanto del cine como del teatro. La juventud no se corta a la hora de proponer fórmulas para contar las historias que llaman su atención: ellos no tienen prejuicios a la hora de transmitir sus cosas como pueden y donde les dejan. Eso fue lo que permitió que "La Llamada" creciera desde el "hall" del teatro Lara.

¿Cine o teatro?

No hay que elegir una y quitar la otra... Una historia bien armada y un personaje sólido pueden vivir tanto en un teatro, en el salón de tu casa o en un cine.

¿Y todo eso en un país en el que aún se está a la espera de un compromiso mayor por parte de la clase política con el mundo de la cultura?

Ya nos gustaría estar en una situación parecida a la que se vive en Francia, pero en España las cosas funcionan de otra manera. Es un error pensar que invertir en cultura supone gastarse dinero en unos pocos, se trata de una inversión para todo el país.