Roberto Torres no hizo distinciones a la hora de hablar de talento. El director del Festival de Danza "Canarios dentro y fuera" únicamente agradeció al público que acudió anoche al teatro Guimerá que se hablara de danza. Su bienvenida fue breve, pero certera. En unos minutos repasó los 45 años de vida del Centro Internacional de Danza y los 22 de EnbeDanza. Torres se apoyó en el talento coreográfico que produce el Archipiélago para presentar "Primera Sinfonía", un proyecto desarrollado por el colectivo que fue galardonado con el Premio Réplica de Honor 2017. Siete minutos de lenguaje clásico fue lo que ofrecieron a los espectadores Ana Camacho de la Bárcena, Ana Delgado Rodríguez, Candela Gutiérrez Álvarez, Claudia Pérez Salvatierra, Eduardo Díez de Jesús, Elena Cortés Pérez, Gabriela Sagnotti Suave y María Ortega Moreno, Marta Aguirre de la Guardia, Olaya Hernández Martínez y Víctor Rodríguez Mestre. La música de Bizet envolvió los delicados movimientos de un grupo que abrió un programa que colocó en la zona intermedia la proyección del cortometraje "Migrar" como aperitivo a las propuestas más contemporáneas de EnbeDanza.

"Influencia", "No necesito escucharte para saberlo", "Dualidad", "Habítame" y "Miércoles" fueron los títulos que escenificaron los cinco bailarines de la compañía de danza contemporánea (Alfredo del Rosario, Carmen Macías, Cristina Hernández, Raquel Jara Domínguez y Laura Marrero) y sus respectivos acompañantes (Daniela Pérez, Eva García, Lourdes Francisco, Nuria Escuela y Sandra Negrín) para dar volumen a un espectáculo que estuvo dominado por la empatía. La soledad inicial se transformó en un dúo que fue la fórmula más repetida -salvo en una pieza en la que los bailarines estuvieron acompañados por un músico que acabó formando parte de la coreografía- de una velada en la que el contacto entre los bailarines alcanzó su máxima expresión en una escena final en la que la piel tuvo un rol cristalino.

Magia en movimiento. Eso fue lo que destilaron unas composiciones que golpearon los corazones de los asistentes con la misma fuerza con la que sonaron unos latidos de vida que simbolizaron la complicidad entre los binomios de EnbeDanza. Cinco historias cotidianas narradas a través de un lenguaje sin palabras; cinco vivencias mudas "adornadas" con música al servicio de la danza.