Los proyectos llegan casi siempre por casualidad. Tú miras hacia un lado, te orientas en una dirección y, cuando empiezas a caminar, un proyecto te agarra por la espalda. Siempre te queda la sensación de que tienes que excusarte por no haberlo visto, por no haberte dado cuenta de que estaba ahí. En este caso, el proyecto era una serie de televisión. Hace cuatro años que no hago televisión y en mi mente tenía rodar el año que viene (si conseguía la financiación) una película en primavera? pero ya digo: empiezas a andar hacia un sitio y el destino te tiene preparada una sorpresa.

Los primeros días son un poco extraños, no te sabes los nombres de tus protagonistas, las reuniones suelen ser con completos desconocidos, mides tus palabras y tus comentarios, tratas de adaptarte y entender dónde estás, para quién trabajas y qué quieren de ti; como, además, eres el director, tienes que tener una opinión para todo y poder explicarla de una manera clara y precisa. ¿Cómo debe ser el perfil del actor que encarne al protagonista? ¿Es mejor plató o localizaciones naturales? ¿Debemos rodar el episodio uno el primero o es mejor rodar primero el tercero y cuando estemos más rodados (valga la redundancia), filmar el uno? Y así hasta el infinito.

En este caso el proyecto tenía una particularidad añadida: la mezcla insólita de nacionalidades. La verdad, parecía el comienzo de un chiste donde un alemán, un búlgaro, un rumano, una griega y un español, hablando en inglés, se juntan para arrancar una serie de televisión en Rumanía que, para redondear la gracia, es una adaptación de una serie turca. Estamos esperando que nos otorguen, en cualquier momento, una condecoración de la ONU a la colaboración internacional.

Las series cuestan mucho dinero y las cadenas de televisión quieren estar seguras de que el proyecto tiene opciones de éxito antes de firmar el contrato final. Así que se pasa por un acuerdo de intenciones y se preparan presentaciones, reuniones, fotos de posibles localizaciones; además, el productor presenta a la cadena al director que va a dar su punto de vista a la serie. Esa es la frase y eso es lo que un director aporta al proyecto: un punto de vista o, como dicen los americanos, una "visión". Esa palabra determina cómo un director nunca hará la misma serie o película que otro y eso es lo que los productores piensan cuando contratan al director: si la "visión" de esa persona es la adecuada. En las series hay más de un director, pero solo uno es el que decide (junto con los productores y la cadena) cómo se rueda y con que ópticas, cómo se mueve la cámara, el casting, la interpretación de los actores, el tipo de iluminación, las localizaciones importantes, la atmósfera de la serie, etc. Después, los otros directores deben seguir esas pautas para que los espectadores se encuentren un producto homogéneo.

Así que ahí llego yo y la cadena (sus directivos) habla conmigo mirándome con mucho cuidado, escuchando mis palabras para intentar adivinar si soy el adecuado y tengo una "visión" del proyecto que les guste. Es como la escudería de Fórmula 1 buscando al piloto que mejor se adapte a su bólido. En los planes de la cadena aparece que en septiembre de 2018 emitirán una serie en "prime time" y tiene que ser un éxito. Un año antes ahí estaba yo contando lo que pensaba del proyecto.

Tal y como he dicho, íbamos a hacer una adaptación; así pues, podíamos ver lo que habían hecho los turcos y eso hacía más fácil zambullirse en la historia, en los personajes. Pero también te familiarizas con los actores que han interpretado los papeles y, cuando unos días después empezaron los castings, necesitaba hacer un esfuerzo para olvidar lo que había visto y empezar a construir una nueva imagen de la serie. Esta es mi segunda adaptación, aunque tiene truco: la primera que hice fue una adaptación de "Un paso adelante" al mercado rumano con la particularidad de que yo también había hecho la española. Por eso esta experiencia es totalmente diferente. Además, la cadena de televisión y su directora griega lo tienen muy claro: "La serie se ha vendido a más de cien países, es un éxito, por eso la hemos comprado, solo hay que adaptarla a la cultura e idiosincrasia rumanas, nada más". Dicho así suena fácil. Hay que hacer un esfuerzo y ser muy humilde, es una serie de éxito mundial, eso es un hecho, luego muchas cosas están bien; aquí tu trabajo no es empezar de nuevo (aunque eso sea lo que te apetezca), aquí debes retener tus ansias de hacer, de crear, aquí lo importante es reconocer las cosas que están bien, preservarlas y no tocarlas bajo ningún concepto e identificar qué cosas no van a funcionar para modificarlas. Ese equilibrio es el reto de una adaptación. Pero claro, eso no está escrito en ningún sitio, hay que fiarse del instinto y de la experiencia.

Queda bastante para empezar a rodar, mucho más para empezar a montar y ver los primeros episodios, y muchísimo más para que la serie se ponga de largo y se estrene en alguna noche del otoño del año que viene. Por ahora estamos empezando; los nuevos proyectos tienen la magia del enamoramiento, de la pasión, de lo nuevo, de descubrir y explorar. Las peleas, las discusiones y las dudas llegarán sin duda, así que, por el momento, lo mejor es disfrutar de la emoción de las primeras citas, quiero decir, de las primeras reuniones.