Los cuentos de "miedo" son los predilectos de la escritora y narradora brasileña Benita Prieto, aunque también toca otras temáticas en su repertorio. Su origen gallego ha determinado que por sus venas transiten seres como brujas (meigas), ogros, almas en pena, lobos... y otros seres que inquietan, sobre todo a los niños.

En e Festival Internacional del Cuento de Los Silos participó por primera vez hace más de veinte años: "Me encanta la gente de Los Silos y el pueblo es precioso", se ha convertido en un espacio ideal para esta especialista en proyectos de promoción de la lectura. Una vez más ha andado a sus anchas durante la presente edición, que se clausura hoy con numerosas actividades que se podrán consultar en cuentoslossilos.es.

"Me gusta contar todo tipo de cuentos, pero tengo predilección por los de miedo. Tengo libros publicados y son siempre de cuentos de miedo, me salen automáticamente. Quizás sea porque soy hija de gallegos, de Orense, y cuando era pequeña escuché muchos cuentos de lobos, de montes, de meigas, cuentos de Galicia, y estábamos encantados. Esa pasión me viene por eso".

Esta autora, que imparte cursos de lectura y literatura digital, defiende que los cuentos de miedo les gustan mucho a los niños, porque no es un miedo real, sino imaginado, poblados por personajes míticos que no existen o de tradiciones que han llegado hasta nuestros días, incluidos los de la literatura de su país.

Enseguida aclaró que su repertorio también contiene, claro está, otro tipo de historias que no son de miedo. "No hago una sesión en la que todos los cuentos sean de miedo, porque si no se cansan. También me gustan mucho los cuentos que sean participativos, o matemáticos, que les hagan pensar e imaginar. Que salgan de la sesión con una sensación buena, diferente a cuando entraron. Esa es la clave de los cuentos, que nos cambian siempre"

Esta experta en Literatura Infantil y Juvenil rebosa amabilidad, simpatía y honestidad, valores que exhala en sus sesiones de narración oral tanto si van dirigidas al público infantil como al adulto.

"Si los cuentos son buenos para los niños también lo serán para los adultos. Esa es la base de la literatura. Es mucho más difícil agradar a un niño que a un adulto, porque los niños no tienen límites, no tienen filtros, son ellos, y te dicen que no les gusta si no les gusta. Los adultos no hacen eso, incluso pueden detestar lo que está pasando, pero son un poco hipócritas en ese sentido. Hay sesiones de adultos en las que meto un cuento para niños, pero le doy un poco de picardía o alguna cosa sexual, una mirada, un gesto. Eso lo hace diferente, pero es el mismo cuento".

El ancestral oficio de narrador oral también juega mucho con la psicología y la improvisación, según como reaccione el público ante lo que le cuentan, es como un juego, aunque a ella no le gusta inventar un cuento sobre la marcha, sino tenerlo bien atado.

"Esta semana estaba contando un cuento de miedo y un chico estaba tan absorto que gritó. Todo el público se partió de risa, y el chico también empezó a reírse. Fue divertido. Qué pasa en ese momento, un contador de historias tiene que introducir cosas en el cuento y aprovechar aquel momento. La improvisación viene por ahí, pero no soy una persona de dame un tema e invento un cuento. Eso no me gusta, me gusta escuchar el cuento, estudiarlo y ver la mejor manera de contarlo".

Con respecto a su forma de narrar, su estilo, ella siempre busca la participación del público, jugar con él, observarlo, saber cómo está. "Voy cambiando durante la sesión el ritmo del cuento para que la gente lo pase bien. Son una contadora que juega con el humor, me gusta que sea una cosa divertida, pero no reírse por reírse, sino porque la historia tiene un contenido que provoca la risa".

Ella tiene muy claro que las historias que se narran originan diferentes reacciones en las personas que las escuchan dependiendo de su cultura y de su propia vida, realidad que determina el contenido del mensaje que reciben. "Cada uno tiene su propia historia en su interior, por eso no me gusta que las historias tengan un único mensaje. Quiero que la gente salga de cada sesión con muchas ideas".

Benita Prieto lleva muchos años metida de lleno en el mundo de la narración oral porque tiene muy claro que cumple un valioso papel social. "La sociedad necesita mucho de los narradores de historias. Ahora, con las tecnologías, con internet, soy especialista en literatura digital, estamos en un momento en el que es interesante que los niños y los adultos escuchen cuentos porque la gente está muy sola. Creo que cuando escuchas un cuento transmites también mucho afecto, un calor humano que la tecnología no tiene. Es una acción de libertad".